CAPÍTULO VI.- ¿ACASO SERÁ AMOR?

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Al finalizar de comer, Amenadiel se levantó de su lugar, pidiendo permiso para retirarse, sinceramente me quería ir junto con él, pero una mirada me intimidaba y contra penas podía moverme. Voltee a verle y era Aitor quien me miraba fijamente. Mientras Gianna y Keyla se retiraban de la mesa con susurros y sonrisas.

—Yelina ¿no te gustaría que mi hermano Aitor te mostrará el lugar? Te encantará conocerlo. —exclamó meneando sus manos, señalando el majestuoso castillo.

—Gracias Connot, pero la verdad estoy exhausta, preferiría descansar. —llevé una de mis manos a la boca, para poder soltar un bostezo.

—Aitor, llévala a su habitación por favor. —le guiñó el ojo.

—Claro Connot. —con una voz demasiado varonil y caballerosa, se levantó de su asiento cuidadosamente para dirigirse a mi lado — venga bella dama que yo la escoltaré. — haciendo mi silla para atrás, para ofrecerme su mano.

Tomé su mano levantándome delicadamente, para luego dirigirme a Kalila, Connot y sus dos hermanos Grandier y Neil — gracias por la cena y por todo lo que me han ofrecido, que pasen buena noche. —agaché mi mirada como agradecimiento.

—Buena noche. —contestaron los dos hermanos.

—Vayan nos veremos mañana, por lo tanto, descanse señorita Yelina. — me brindó una sonrisa, despidiéndose con su mano.

—Buena noche chicos. —nos dijo Kalila con una sonrisa.

—Bueno nos retiramos. —me ofreció su brazo para llevarme —acompáñeme por favor. —caballerosamente.

—Con su permiso. —incliné mi cabeza y metí mi mano en el brazo de Aitor.

Avanzando en el enorme y elegante lugar, me pregunté dónde se encontraría Amenadiel, ya que tenía rato que no aparecía. Caminaba al lado de Aitor y pude imaginarme al lado de mi ángel, pero una voz me devolvía de mis pensamientos.

—Disculpe mi atrevimiento, pero no puedo evitar decírselo, eres una dama bellísima, desde el momento que entraste tu belleza resaltaba en el lugar, no podía dejar de verle y aunque sé que no es el momento indicado, ni más oportuno, quisiera conocerle y poder conquistar su corazón. — una de sus manos tocaba su pecho, brindándome una mirada tierna y sincera.

Me quedé completamente helada, nunca había soñado con una confesión así y más de un chico tan guapo que usa palabras tan bellas y educadas, algunas mariposas de las que tanto escuchaba hablar, comenzaban a revolotear en mi interior, como si fuese una película y no la misma realidad.

—Aitor eres demasiado lindo conmigo, tus palabras parecen de ensueño, pero. —esquivé su mirada —no sé cuánto tiempo permaneceré aquí y te aseguro que me encantará conocerte, pero, quiero que sepas que no permaneceré mucho tiempo aquí.

—Te aseguro que el tiempo que dures aquí lo aprovecharé y el tiempo que no estés esperaré. —me sonrío.

Estaba segura de que no duraría mucho en este maravilloso lugar, que en un tiempo predeterminado tenía que volver al mundo material, no podía creer que este tipo de personas existiera, pero estaba segura de que el aprovecharía el tiempo que duré aquí, aunque el tiempo que no esté, esperará en vano. Seguíamos caminando perdidos en nuestros pensamientos, pero yo de los míos no podía sacar a Amenadiel, él era un poco callado conmigo, pero demostraba con sus actos, sus sentimientos. Con él a mi lado, sentía miles de mariposas revoloteando en mi interior y también sentía como correspondíamos los dos; mientras que, con Aitor, con sus dulces palabras, me hacía tocar la misma luna.

Nos detenemos en una puerta blanca elegante con detalles dorados — bueno mi bella dama, hemos llegado. — puso su mano en su estómago e inclinó su cabeza, tomó de la perilla y abrió aquella lujosa portilla.

Al momento en que la abrió, aquella habitación estaba sumamente enorme, contaba con dos candiles de cristal, al lado derecho se encontraba la cama King size, con sabanas rosa palo y dos burocillos con lámparas blanca. Un silloncillo fushia al pie de la cama, estando al lado de ella otra puertilla blanca, al lado izquierdo se encontraba una sala-recibidor gris y al lado derecho, se encontraba otra de la puerta blanca igual que la de la entrada. En el centro de la habitación una mesilla con un florero lleno de rosas rosas y al fondo un balcón con una vista preciosa hacia la laguna, unas altas puertas de cristal impedían el paso mientras unas grandes cortinas fushia media abiertas las cubrían.

—Te ha gustado? —preguntó mientras caminaba en la habitación.

—Claro es bellísima es más de lo que podía esperar. —daba vueltas por todo el lugar.

—Fue arreglada especialmente para ti. — avanzó para alcanzar una de las rosas de la mesilla —estás rosas son mis favoritas, ya que reflejan tu belleza y pureza. —se hincó ante mí y me entrego la rosa.

Admiré por un momento aquella rosa — está hermosa. — le sonreí — gracias.

—No hay belleza alguna que se comparé contigo. —se acercó a las puertas del balcón, para luego abrirlas — ven Yelina. — caminó hacía el fondo de aquel largo balcón — ni si quiera la belleza de este paisaje se compara con la tuya.

Avancé para alcanzarle y el viento tocaba mi piel, haciendo volar con el mi rubio cabello, la luna llena se reflejaba brillando en la laguna, iluminando el lugar, mientras el jardín desprendía su aroma con la brisa de ésta. No lo dude y cerré mis ojos para sentirme como una avecilla a punto de querer volar. Cuando de repente sentí la mano de Aitor en mi cintura, haciendo que mi cuerpo rápidamente se pegara al de él, logrando besar mis labios. Mi cuerpo no lo dudó y unas de mis manos se levantó para apoyarla en su hombro, correspondiéndole su apasionado beso, dejando que el viento volara nuestros cabellos, junto a nuestros vestidos, mientras la luna nos contemplaba con su esplendor.

Al desprendernos me miraba con ternura y dándome un beso en la frente se despidió del lugar sin decir palabra alguna, ¿sería acaso amor? Me pregunté recargada en la barandilla, pensando en el aquel beso, el cansancio de mis pies me agobiaba y entré dejando las puertas del balcón abiertas, para cubrirlas por completo con las cortinas.

Curioseando, abrí la puerta que se encontraba al lado de la sala- recibidor y adentro se encontraba otro cuarto grande que era parte del baño. No lo dude y puse a llenar la tina para tomar una ducha. Salí para seguir conociendo mi alcoba y abrí la segunda puerta que estaba al lado de mi recámara y este también era un cuarto grande de ropa y zapatillas, quién diría que contaría con todo aquí. Tomé como pijama, un vestido de seda blanca, que lo conjuga con su bata, también tomé solo una de las pantaletas. Me quité ahí mis zapatos, para ponerme unas sandalias de peluche del mismo color y después llevar la ropa al baño. Al terminar de llenarse la tina dejé caer mi vestido, para introducirme al agua caliente y profundizarme en mis pensamientos, de donde no podía sacar a mi querido Amenadiel.

VIAJANDO A TU LADO 🚀 © COMPLETA [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora