#9: Prohibiciones

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Abril...

Harry Styles

El día está bastante horrible, el aire está más helado que de costumbre y dudo que el cielo quiera mantenerse despejado ahora. Suspiro bajando del auto y caminando a la entrada del restaurante, que mi madre me ha citado para hablar de un tema muy fuera de lo común. Llego a la entrada y una mujer me recibe, con solo un asentimiento de cabeza me deja pasar al interior del lugar. Al menos el calor artificial es bien recibido a mi cuerpo y agradezco que haya calefacción, no soportaría estar en un restaurante que no se permitan un lujo como el calor.

No me costó trabajo buscar a mi madre, se encuentra sentada frente a un ventanal, con una taza entre sus dedos delgados:- Hola, ma.- saludo cuando llego a ella, beso su mejilla y me siento frente suyo:- Ahora sí, ¿de qué querías hablar?

Ella asiente y bebe un poco de su taza, pasa su lengua por sus labios para saborear el líquido:- No te hagas el idiota, hijo, que sabes a lo que viene esto.- dice seria, causando un poco de escalofríos cuando escucho sus palabras. La tasa se posa a un lado de ella y entrelaza sus dedos, dando un aspecto más serio que nunca:- Tienes que dejar de tener esas salidas por las noches, Harry, no son del todo sanas y lo sabes bien. El modo en que tratas a las mujeres para acostarte con ellas... no sé cómo tomar ese tema.- mis ojos se abren y ella parece entender ese gesto:- Si, Harry, me he enterado de eso.

Maldita Gemma Styles.

Maldigo su nombre por dentro, ya que si suelto una maldición hacia su nombre, Anne me voltea la cara en un segundo. Suspiro bajando la mirada hacia la mesa y cierro mis ojos para pensar en cómo voy a torturar a mi querida hermana, últimamente. Me ha estado jodiendo desde que se enteró de mis relaciones con las mujeres, lo que hacía con ellas y sobre todo hacia donde las llevaba. Me tiene chantajeado con la condición de no decir acerca de la casa de juegos que mis amigos y yo tenemos a las afueras de la ciudad. Pero que mi madre se enteró que tengo sexo cada vez que salgo, ya es pasarse del límite.

-No tienes ningún derecho de enojarte, hijo.- escucho a mi madre hablar:- Tendrás que comportarte y ser parte de esta familia también.

-¿A qué te refieres con ser parte de la familia?- la duda se infiltra en mi voz y estoy mirando a mi madre.

Su sonrisa que demuestra el sarcasmo, aparece en sus labios:- ¿Has asistido a los eventos, que últimamente se han programado? Claro que no. Porque estas muy ocupado con tu trabajo y ese detalle también lo tengo que ver con tu padre.- suelta molesta, tomando la taza y bebiendo un poco:- En fin, si quieres seguir saliendo con tus amigos, tendrás que ir a las reuniones familiares. ¿De acuerdo?

-¿Cómo?- pregunto muy confundido y a la vez sorprendido. ¿Anne me está poniendo una condición para salir? No lo puedo creer, que una madre haga eso con sus hijos no tiene precio. Pero Anne no solo pone condiciones, quiere algo a cambio:- Para poder salir con los chicos, tengo que asistir a las reuniones que me pidas, ¿cierto?

Se ríe por unos momentos y vuelve a mirarme:- Hijo, se te olvida que una madre siempre tiene un AS bajo la manga y sabe cómo manipular a sus hijos cuando no quieren estos obedecer.- toma lo último de su taza y lo deja de nuevo en la mesa, se levanta de su asiento:- Así que ya lo sabes, Harry, tendrás que ser un niño bueno conmigo y dejar de comportarte como los imbéciles de tus amigos, ¿entendido?

Me levanto igual:- Madre, no creo que...

-Vámonos ya, que todavía tengo que ir con tu padre.- me interrumpe, dejándome callado por esa actitud. Parece que pago su bebida antes, porque nadie vino a cobrar a la mesa.

Llegando a la entrada, la misma mujer nos mira y se despide con un movimiento de mano. Salimos del restaurante y comenzamos con el recorrido hasta el auto. A decir verdad, pensé que esta conversación iba para largo, pero Anne sabe cómo jugar y que decir para terminar con una plática pendiente.

Casada por su obsesión || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora