#66: Confusión

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Harry Styles

-¿Estás seguro que ella está ahí?- pregunto a Louis, una vez que llegue a la calle donde se encuentra la casa de nosotros. Aun me queda mucho camino, pero es mejor apresurarme y esperar a que realmente este ahí.

-Amigo, marcaste desde la mañana cuando apenas estaba por levantarme. Tú me despertaste.- se queja mi amigo:- Lo único que hice fue marcarle a su celular y ella me respondió diciendo que está en aquella, con una amiga.

-¿Qué amiga?- le pregunto, frenando en una esquina.

-Dijo Lesica. Creo que si.- habla no muy seguro de sus palabras.

¿Lesica? No creo que ella tenga una amiga que se llame así, al menos no me ha dicho que tiene una con ese nombre tan extraño. Prosigo mi camino, acelerando un poco para llegar rápido a la casa. El cansancio se está infiltrando en mi cuerpo, provocando que bostece cada 10 minutos. Bajo la velocidad cuando entro en una curva medio cerrada.

-¿Estás seguro que así se llama?- pregunto confundido.

-¡Espera!- exclama fuerte:- Es Jesica.- suspira tranquilo después de decir el nombre de la chica:- Harry, tengo un puto sueño encima y quiero descansar más tiempo.

-¿Y?- diviso la casa que está a las afueras de la ciudad.

-Que hoy es mi día de descanso, imbécil.- se queja.

-De acuerdo, te dejare dormir. Adiós.- cuelgo pronto antes de que me responda. Aparto el celular de mi oído y lo dejo en el otro asiento.

Frunzo el ceño al mirar un auto deportivo afuera de la casa. Mi mente reacciona al instante y el recuerdo de que Cassie se fue con Edward llega a mí de pronto. Pero nunca pensé que se quedaría toda la noche con ella, con el pretexto de no dejarla sola. Me estaciono detrás del auto, una vez que llego al lugar y bajo de la camioneta con las llaves en la mano. Cierro la puerta rápido. Miro a los lados, por si no hay nadie cerca de aquí y avanzo por el camino del patio hasta llegar a la entrada de la casa. Llevo la mano a la perilla, pero esta no quiere girar, ni abrirme la puerta. Suspiro buscando la llave de la cerradura, en las llaves de la camioneta. Una plateada es lo que logro distinguir de todas las demás y me apresuro en introducirla en la abertura de la perilla. Abro con cuidado la puerta de madera y asomo la cabeza un poco al interior de la casa.

Hay demasiado silencio o será que nadie está despierto tan temprano. Abro toda la madera, para adentrarme al interior y cierro pronto. Está muy silencioso, esto no me agrada mucho.

-Hey, amigo.- esa voz tan familiar, es la que me recibe. Edward está de pie en la puerta del comedor que está abierta:- ¿A qué hora llegaste?- pregunta con media sonrisa, cerrando la puerta para acercarse a mí.

Frunzo el ceño:- ¿Qué haces tú aquí?- le pregunto, me cruzo de brazos.

Alza una ceja con incredulidad:- ¿Quieres saberlo?- me pregunta burlón.

-¿Qué hiciste, imbécil?- le reprimo molesto. No doy oportunidad para que me responda, cuando comienzo a caminar por el pasillo hasta la segunda puerta, que esta la habitación.

Logro observar que en el pasillo están tres maletas. La grande es de Cassie, lo más probable que sea de ella, porque es la única persona quien conozco que tiene una maleta así de personalizada. Esta un bolso al lado de ella, con la marca Nike, de seguro es de él. También hay otro bolso más grande pero no como el de Edward, pero de color verde limón. No creo que ese bolso sea de Cassie, aunque la otra vez que hable por primera vez con Edward, me había dicho que era gay. Puede que sea de él.

Casada por su obsesión || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora