Harry Styles
Dejo las llaves junto con la tarjeta de la puerta en el mueble que está al lado. Cierro después, sintiéndome algo decepcionado por este día. Pensé que ella quería darme otra oportunidad, pero como dice, fue hace semanas lo que ocurrió. Llevo mi mano para limpiar mis ojos, cuando sintiendo pesadez en ellos. Me paro frente a la cama, mirando las sabanas bien dobladas y sin ninguna arruga, las almohadas bien acomodadas y no hay rastro de mi ropa desacomodada en el suelo. Sin más me siento en la cama, llevando mis manos a mi cabello para cepillarlo hacia atrás y después una la coloco debajo de mi barbilla y la otra recargada en la rodilla. Mi vista se enfoca en el suelo y recorro la estancia hasta que mis ojos se encuentran con el estuche de la guitarra. Ya tengo tiempo que no toco una canción y creo que esta vez siento la necesidad de tocar.
Me pongo de pie, decidido a coger la guitarra de su lugar. Sigo admirando mucho el diseño del estuche y me asombro más cuando miro la guitarra completa. La plumilla fue un detalle muy hermoso de su parte, poner mi nombre en ella en letra cursiva, marcándola de mi propiedad. Así debería ser Cassie, estar marcada por mis manos para que nunca olvide lo que estoy sintiendo por ella. Logro sacar la guitarra de su estuche y busco la plumilla de los bolsillos que tiene dentro. Me siento en el suelo y la acomodo en mis piernas para afinarla. Dejo que mis dedos sientan las cuerdas cuando trazo el sonido. Pero en estos omentos no encuentro ninguna canción que inunde mi mente, así que solo dejo que mis dedos produzcan la melodía que quieran.
Enfoco mi atención a la nada. No tengo que pensar por ahora. No quiero imaginarme un mundo donde hay una paz, donde toda esa mierda no existe realmente. Comparando lo que sentimos con lo que vemos en realidad. Este mundo está lleno de falacias. Mentiras. Traiciones. Secretos. De muchas cosas que están ocultas y fuera de nuestro alcance. La música solo ayuda a que nuestra mente se imagine sucesos que realmente anhelamos tener en nuestras manos. El sonido que reproduce las cuerdas de la guitarra, cuentan una historia que jamás será entendida, ni escuchada por oídos cerrados. Sonrío ante el pensamiento que ha invadido mi mente. Nunca he pensado de tal forma o realmente, nunca he pensado en nada que no fuera para mí.
El sonido de mi celular inunda la estancia, omitiendo el silencio en que está envuelta. Automáticamente mis manos han dejado de trazar las cuerdas, para dejar la guitarra en su estuche. Me apresuro en sacar el celular del bolsillo para mirar de quien es la llamada. El nombre de Ariel es quien la encabeza y trato de recordar a alguien quien se llame así, pero no logro identificar, pero eso no impide a que descuelgue.
-¿Bueno?
-Hola, muchacho. ¿Cómo estás?- una voz masculina es quien me responde, frunzo el ceño:- ¿Te acuerdas de mí?- pregunta, como si leyera mi mente.
-Am... Realmente no.- rio un poco, aligerando la pesadez de mis palabras.
-Lo suponía.- su voz se escucha tan animado:- Bueno. Tal vez de esto sí. ¿Te acuerdas de que fuiste a una tienda de instrumentos en Holmes Chapel?- suspira.
-Si.- frunzo el ceño de nuevo.
-¿Qué alguien se acercó a ti cuando estabas tocando una guitarra color.... azul con franjas negras?
Creo que ya se de quien se trata. Aun me acuerdo de ese día, cuando salí de casa para buscar trabajo o hacer algo más interesante, pero realmente me fui a la tienda de instrumentos y no sé por qué, pero lo hice. Había ido al apartado donde se puede probar los instrumentos y fue ahí donde me topé con él, Ariel Pacheco. Licenciado en derecho y licenciado en música.
-Creo que ya te acuerdas, ¿eh?- se ríe, provocando que lo haga también.
-Si. Hice un poco de memoria.- me pongo de pie:- ¿Qué se le ofrece?