3. Amigo de lo ajeno

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Lo que ellas no esperaban era tener un espectador entre las sombras.

Ellas seguían riendo, esta vez le tocó a la mayor ser sumergida por la de cabello oscuro.

Luego alternaron roles una y otra vez.

Las chicas tras haber repetido el proceso varias veces más se aburrieron y salieron del agua.

Sintiendo así la leve brisa que soplaba por el momento, era agradable, algo fría, pero agradable.

Y nuestro pequeño espectador estaba extrañando con la actitud de estas chicas, solo se empezó a retirar lentamente en busca de algún adulto para que las chicas lograran vivir un día más.

—Kumi, ¿no sientes como si no fuéramos las únicas aquí?

—¿Eh, qué dices? —responde olfateando el aire —Yo no huelo nada.

Después de todo su nariz estaba fría y seguro se encontraba moqueando.

Cabe decir que las chicas estaban únicamente con sus cabezas en la superficie.

—¿Tu oyes algo? —pregunta dudosa Kumi, pues ella no tiene una gran audición pero si un gran olfato.

—Hmmm —Nokia cierra sus ojos para concentrarse. —escuchó hojas moverse suavemente... es... ¡Como si alguien se alejara!

Kumi ya había tomado la iniciativa empujando a su amiga pero a la dirección contraria.

—¿Qué estamos esperando? ¡Vamos! 

—¡Oye! ¡No empujes!

Y así la menor soltó a Nokia y ambas se encaminaron esta vez a la dirección correcta.

Poco a poco la noche va cayendo sobre ellas.

—Hey, 044, ¿no crees que está mis oscuro que antes?

—Eso creo, antes podía ver mucho más... ¡¿Acaso nos estamos quedando sin ojos?!

Esta vez estaban alteradas.

Nokia revisó el área donde estarían sus ojos comúnmente.

—¡No! Mis ojos siguen ahí

Con forme iba cayendo la noche se iban agotando las energías de las pequeñas.

—Siento... como si ya no quisiera moverme...

Comentó Nokia entre bostezos y cabeceos, relajadamente se acostó en el suelo.

—Creo que ellos lo llamaban cansancio. Ahora lo comprendo.

Respondió con una leve sonrisa imitando a la rubia. Aunque la mayor ya estaba dormida y la peli negra cayó poco después.

Mientras nuestras pequeñas protagonistas descansaban a la orilla del río el pequeño niño buscó algo de ayuda para llevarlas a casa y evitar que enfermen.

—¡Madre, hay unas niñas extrañas a la orilla del río!

Dice algo alterado por dejarlas solas demasiado tiempo. Después de todo ya había oscurecido y ellas no parecían tener sentido común.

—¿Uh? ¿Unas niñas? —cuestiona la madre —Llévame hacia ellas.

Y sin dudarlo ni un segundo el pequeño pelirrojo guió a su madre a las orillas del río y señaló a las pequeñas.

—Alex, ve a traer 2 sábanas de la casa, date prisa.

Le indicó su madre, el pequeño asintió y fue a cumplir su orden.

Salvaje Juventud [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora