22. Empatía

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Al fin habían bajado de ese tren repleto de personas, Kumi estaba más que emocionada por conocer un lugar nuevo mientras Nokia y Korosensei se cuestionaban como rayos la menor estaba tan energética. En una situación normal estaría bostezando por todo.

Al principio fueron a dejar las cosas a la posada donde se quedaría la clase E. Y salieran a explorar un poco.

—¡Este será un día grande y lleno de aventuuras! —Exclamó Kumi simulando con sus manos que tomaba algo muy grande.

Nokia rió —eres una exagerada.

—Es que al fin salimos de ese lugar —contestó Kumi señalando con el pulgar el tren.

—Parece que tiene demasiada energía, deberíamos aprovechar eso para ir a gran velocidad por el mundo, nerufufufu.

La rubia estaba muy sorprendida —. ¡¿Nos llevará de viaje?!

—¡Sí! ¡Viajaremos con el sensei~! —Siguió la menor con una desbordante emoción.

—Pero para eso deben preguntarle a Karasuma-Sensei, después de todo ustedes no son normales

La mayor estaba al borde de la lagrimas y abrazó a su hermanita de manera exagerada —. ¡Nos dijo anormales! ¡Nos dijo fenómenos inhumanos!

Ahí va la famosa exageración. Kumi estaba más que incómoda por los actos de su hermana y no precisamente por la vergüenza ajena.

—N-Nokia... —Seguía tratando de separase por todos los medios posibles  —. ¡Deja de abrazarme! ¡Es incomodo! Pero... sí, nos dijo raras.

Korosensei se aclaró la garganta y extendió su pañuelo —vamos, no hagan tanto drama, yo también soy como ustedes.

La mayor estaba indignada, empujó a su hermanita y tomó el pañuelo —al menos él tiene empatía.

Kumi abrió sus ojos de más —. ¡Yo también tengo empatía! ¡El problema es que estabas demasiado cerca!

El drama era demasiado evidente para las personas cercanas.

—Kumi, créeme que aunque no lo aparente, yo también siento lo mismo que una persona común y corriente. Y esos sentimientos son demasiado fuertes.

—Ya se que tú sabes que yo sé que eres humana y nadie cambiará eso —la vista de Kumi se posó en el amarillo maestro —me retracto.

Claramente sus intenciones no eran malas, pero la pequeña no tenía filtro, si quería decir algo lo decía justo como lo pensaba sin tener en cuenta las posibles consecuencias.

—¡Kumi-Chan! ¡Eres muy cruel! —Ahora el adulto lloró y lloró con una Nokia que trataba de consolarlo en vano. Ambos terminaron llorando a mares —. ¡Deberías ser más sensible!

La pelinegra suspiró al ver que eso iba a tardar mucho rato.

—Deberías al menos comprendernos —reclama Nokia.

—Pues te digo que comprenderlos a ustedes dos es demasiado complicado —se defendió.

—Claro —dijo Nok con sarcasmo —, yo entiendo perfectamente a un pulpo amarillo gigante —dicho y hecho, abrazó a su maestro.

—Me alegra oír que al menos una de ustedes me comprenda —y ya estaba llorando otra vez, pero de alegría y orgullo por la rubia.

Salvaje Juventud [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora