33. Expresividad

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Otro día como cualquier otro daba inicio, el sol salía tranquilamente por el Este mientras en la academia Kunigigaoka una criatura amarilla y viscosa esperaba a ser asesinada antes de cierta fecha límite.

—Se siente tan bien... —dijo Kumi al fin tomando su lugar en la clase E, al fondo en el 3 asiento de la última fila, si contamos como primero el lugar junto a la ventana.

La pequeña peli negra acababa de dejar su mochila colgada de su escritorio.

—Al menos tú puedes hacer eso... —dijo Nokia y soltó un suspiro— yo aún debo vencer a Karabaka.

—Podrías pedirle ayuda a esa cosa, fue muy útil ayer.

—¿Te refieres a la Artillería Fija de Pensamiento Autónomo?

Kumi respondió con un hmj de afirmación.

las chicas siguieron su conversación hasta que sonó un click. Y eso significaba una sola cosa en ese salón la Artillería Fija de Pensamiento Autónomo (Afpa para abreviar) se había encendido.

—¿Uh? —dijo la recién iniciada con confusión—. ¿Por qué no puedo sacar mis armas?

Iba preguntando de a pocos quien había cometido tal acto.

Nuestro dúo protagonista se lo negó, una de ellas se sentía en deuda con la artillería y no haría algo por el estilo.

—Nurufufufu~ yo tampoco he sido, eso va contra mi contrato.

—¿¡Korosensei?!

—Buenos días, chicos, por favor tomen asiento.

La asesina nórdica seguía imposibilitada cerca de su esquina. Pero no pensaba rendirse.

—Korosensei, si no me liberan no podré matarlo antes de la graduación.

—Si eso crees...

El profesor se giró a la pizarra y contuvo una risita.

—Entonces pídele ayuda a tus compañeros.

El amarillo profesor y la seria chica virtual parecían tener un pequeño debate de cómo debían proceder.

Todo eso era ignorado por una rubia que se sentaba junto a un pelirrojo y de paso se enfocaba en leer un libro, su nuevo descubrimiento Treasure Island de algún autor que no me apetece mencionar.

—¿No deberías ir a ayudar? —susurró el chico con un tono travieso.

Pero su única respuesta fue un silencio, había sido ignorado completamente.

—Hey, no seas tan tsundere, ¿que sucede?

La chica pestañeó un par de veces al levantar la vista del libro, como procesando que alguien hablaba a su persona.

—¡Ah! —exclamó con sorpresa—. Eras tú, Karma —y le dio una dulce sonrisa, poniendo el separador entre las hojas de su libro evitando perder la lectura —perdona, estaba entretenida.

—Así que de este modo tratas a tu enamorado—comentó Karma a modo de un reproche cariñoso.

—No sabía que él se encontraba a mi lado —le siguió el juego.

Salvaje Juventud [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora