31. Papeleo

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La clase E fue condenada a recoger el desorden creado por la artillería recién llegada, la cual sólo les estaba complicando su labor.

El dúo dinámico de experimentos salió del salón mientras planeaban como reclamarle a Karasuma por todo lo que estaba sucediendo.

Una pequeña discusión de hacerle una broma no faltó entre ellas, pero sería complicado así que lo dejaron para otro día.

—¿Nos prestará atención si tocamos la puerta? —dijo la voz de la razón, es decir Nokia.

La menor contuvo una risa.

—Para nada, déjamelo a mi —le contestó la menor por una sonrisa burlona.

La puerta estaba frente a ellas.

—¡YA LLEGAMOS! —gritó Kumi somatando la puerta al entrar.

El mayor soltó un suspiro manteniendo su atención aún en sus labores.

—Es una completa falta de respeto entrar de esa manera.

—¿Y eso desde cuando me importa, señor de nombre largo? Ser chicas del bosque era más entretenido.

—Como digan —empezaba a perder la paciencia hacia ese par, eran más problemáticas que el mismísimo objetivo en varias ocasiones—, qué quieren?

Kumi seguía liderando la conversación.

—¿Qué es esa cosa junto a mi lugar? Tiene que irse.

—¿Te refieres a la artillería fija de pensamiento autónomo? —preguntó Karasuma viéndola.

—¡Tiene un nombre mucho más largo que el tuyo! ¡¿Cómo pretendes que me aprenda eso?!

—Lo ha enviado el gobierno de Noruega, así que no pueden hacer nada ante eso.

—Es una lástima que Korosensei no pueda hacerle nada... esto es un fastidio, ¿verdad, Nok? —dijo esta vez viendo a su inseparable amiga.

—Si que lo es...

—Pues tendrán que soportarlo.

—¡Pero está a mi ladoooooo! —se quejó la pelinegra.

—¡Está al lado de la que está a mi lado! —siguió Nokia.

—¡¿Vio, Kasamura-sensei?! ¡Nadie está conforme con la sjkajakaksiwb fija de autoalgo! ¡Y nos ponen a hacer limpieza extra por su culpa! —exclamó Kumi tratando de hablar coherentemente, pero aún seguían acostumbrándose al japonés, así que hizo lo que pudo.

El militar tomó el puente de su nariz con sus dedos tratando de mantener la compostura ante la inmadurez de sus protegidas.

—Es ella quién tiene la mayor probabilidad de éxito en esta misión y salvar al mundo —continuó con su característica seriedad.

—¡Nosotras podríamos hacerlo mucho mejor si nos dejaran atacar en clase! —reprochó nuevamente la menor.

—¡Eso es cierto! ¡Es injusto que ella si pueda! —apoyó la rubia.

—Ustedes lo tienen prohibido. Ahora váyanse, estoy ocupado.

—¡No me iré sin los permiso! ¡Ni hablar! ¡Si no nos los da tendremos que luchar! ¡Nos trajiste desde Inglaterra para salvar el mundo y eso es lo que haremos!

—Veré si son dignas de ese permiso que tanto quieren.

—¿Eh? —preguntó Kumi algo desubicada— eso fue demasiado simple para alguien como él...— pensaba.

Salvaje Juventud [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora