25. ¿¡Todavía con eso?!

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La pelinegra había soltado la noticia después de tanto tiempo a una de las pocas personas que se habían ganado su total confianza, Shiota Nagisa. Él se encontraba sorprendido y un tanto confuso por la elección de palabras de su contraria.

—Quieres decir "laboratorio", ¿no? —preguntó dudoso el chico.

—Sí, uno de esos... se podría decir que somos como Korosensei pero sin llegar a poner en peligro al mundo entero con nuestra existencia —contestó Kumi—. Escapamos antes que sucediera todo eso.

—Menos mal no se convirtieron en unos pulpos...

La imaginación de ambos se puso en marcha, un par de chicas con aspecto octópodo... una escena no muy agradable.

—¡Eso si que no! —reprendió Kumi—. Pero al menos ahora comprendes el porqué somos como somos. Un par de chicas extrañas que crecieron en un laboratorio como experimentos —añade con una sonrisa apenada.

Ambos mantuvieron el silencio por unos minutos.

—Aún no te comprendo del todo... eres un chico pero aún así usas coletas altas. ¿Por qué?

Shiota rió levemente, esperaba cualquier cosa en ese momento, menos aquella pregunta.

—Kayano-Chan me enseñó este estilo hace ya mucho tiempo atrás y terminé tomándole cariño.

Ella negó con la cabeza —yo de ti lo cortaría, es demasiado largo como para un chico. No me mal entiendas... te luce mucho, es muy extraño, pero te luce. Veamos... —siguió la charla mientras se enfocaba parcialmente en hallar algo dentro de su mochila —yo podría encargarme de cortarlas justo ahora —decretó sacando unas tijeras azules.

La cara del chico era de horror total, desde hace tiempo había querido reducir el largo de su cabello pero su progenitora no le concedió tal placer, puesto que la señora Shiota quería realmente una hija.

—¿¡Eh?! ¡Kumi, no puedes hacer eso! —gritó el muchacho retrocediendo—. ¡Mi madre me matará si lo haces! —continuó muy alarmado.

—Si me encargo de ella supongo que no habría problema... —susurró para si misma—. ¿Me dejarías acabar con ella? —habló con un tono de voz más adecuado con una sonrisa.

—¡NO PUEDO DEJAR QUE MATES A MI MADRE! —gritó aún más fuerte que antes. Puede que su madre no le diera libertad, aún así seguía siendo la persona a quien le debe la vida.

—Pero ella está entorpeciendo tu camino, si algo está mal acaba con eso. ¡Arriesga y gana o no hagas nada! ¡O al menos déjame encargarme de tu cabello!

—No sabes cuánto me encantaría eso, de veras. Realmente no puedo.

La ojiverde se quedó pensativa por unos segundos.

—¡Ya lo tengo! —exclamó guardando las tijeras en su mochila sacando una gorra para preparar su obra maestra—. Podemos hacer esto...

Kumi jugaba con el pelo de Nagisa deshaciéndole su característico peinado. Él permaneció en su lugar esperando que su compañera acabara, no te convenía para nada que la chica cambiase repentinamente de opinión por algún movimiento de su parte. Ella optó por una cola alta acomodada bajo una gorra disimulando su pelo largo y dándole más comodidad a él.

—Si pones tu fleco así se disimula más... y listo. ¿Quieres verte? —dijo ella con una sonrisa.

Él asintió en respuesta, su contraria sacó un pequeño espejo de su mochila de supervivencia y le mostró —hasta pareces un chico —soltó riendo.

—¡Se ve fantástico! ¿¡Cómo lograste hacer eso?!

—Un mago jamás revela sus secretos~. Bien, te lo diré, en casa tenemos un hermano llamado Alex y siempre jugábamos con su cabello.

Salvaje Juventud [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora