Salvaje Juventud [HIATUS]

29. Presión social

Abrí mis ojos de la impresión.

—S-Supongo —traté de decir pero salió cortadamente.

—Tranquila, si ese no fue suficiente para cumplir el reto no me molesta repetirlo —me dijo viendo hacia otro lado.

Por un segundo dudé en que responder, el pelirrojo más guapo que he conocido me estaba ofreciendo otro beso, su pudiera gritaría justo ahora.

—Y-Yo... Dame, dame otro, olvidé como se sintió el anterior —me justifiqué lo mejor que pude aunque mi voz tembló al inicio.

—No se diga más —se acercó de vuelta con una sonrisa dándome otro beso más dulce que el anterior.

Me dejé llevar, podría haberme resistido pero no es lo que busco. Karma... Karma acaba de besarme... ¡y por su propia iniciativa! Si así no es como se siente el cielo, no sé cómo sería.

Dejé de sentir la calidez de Karma en mis labios, ¿por qué tiene cara de extrañado adolorido?

Alguien me abrazó por la cintura.

—Ya deja a mi hermana, sé que serán novios y todo lo que quieran, pero debes saber que no dejaré que me la quites —amenazó Kumi aún abrazándome.

Reí por el momento, ahora que lo pienso, seguramente fue ella quien lo empujó para alejarnos.

—¡Ya para de reír! ¡Lo hago por tu bien! —alzó la voz mientras apretaba su agarre.

—¡Estas abrazándome! —y le devolví la muestra de afecto, es raro cuando me deja hacer estas cosas, es momento de aprovechar.

Narrador omnisciente:

Ambas forcejeaban cada quien por un motivo diferente, la mayor mantener el abrazo y la menor liberarse del mismo.

—¡Pero déjame ir!

—Vamos, un poco más, tú empezaste~ —respondió juguetonamente.

—¡Ya para!

La rubia solo dió unas últimas risas y la soltó. Acomodando su pijama, Kumi le dijo que cumplió el reto exitosamente.

—Espero seas un buen testigo para Nakamura... —era lo único que podía pasar por su mente, tanto así que salió de sus labios inconscientemente.

Recibió una mirada amenazadora de la peli negra—. ¡Obviamente lo soy!

El chico involucrado se unió a la conversación luego de contener algunas risitas—. Aparte de ella tienes a los chicos —y señaló a los nombrados.

Nokia no cabía en si misma por la sorpresa, pena y vergüenza que sentía en esos momentos.

—¡Nos han visto todos!

Su rostro enrojecía de a poco y podía sentirlo claramente, cubriéndolo con sus manos.

—¿Soy tan malo besando?

—¿Qué dices? Tú besando lo haces gen—se cortó al percatarse de lo que estaba diciendo—. D-Digo... no, no lo eres —trató de corregir atropelladamente conteniendo otro sonrojo que amenazaba darse a conocer.