Capítulo XXVIII (especial)

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NARRA MICHAEL

   Observé desde la cama a Charlotte mientras se cepillaba el cabello en el baño. Su reflejo en el espejo la ayudaba, pero yo no podía verlo. Compartíamos habitación con Violet y Damien.

   Llevábamos saliendo unas semanas. Era poco, pero lo que sentía por ella era tan profundo que me dolía el estar separado de ella. ¿La amaba? Con toda seguridad, sí. Sin embargo, no me atrevía a decírselo. ¿Y si ella no me amaba de la misma forma?

   —¿Estás bien, Mike? —me preguntó, sentándose en el borde de la cama, a mi vera (yo estaba tumbado en ella).

   —Estaba pensando.

   —¿Qué pensabas?

   —Pensaba en ti, en mí, en nosotros.

   —Esto... Mike... Yo... Tengo que decirte una cosa, pero...

   —Puedes decirme lo que sea.

   Me miró unos segundos a los ojos y liego agachó la cabeza, ruborizada.

   —Te amo —susurró tan bajo que pensé que había oído mal.

   —Repite eso —ordene tomándola de la barbilla y obligándola a mirarme directamente a los ojos.

   Se aclaró la garganta y suspiró.

   —Te amo —dijo con voz más alta y firme.

   Juro que en ese momento mi corazón pegaba brincos de felicidad, alegría y amor.

   —¿Es de verdad?

   —Maldita sea, Mike, no lo hagas más difícil de lo que ya me es. Sino correspondes mis sentimientos puedo entenderlo, pero no me hagas repetirlo porque...

   Cansado de su palabrería sin sentido, la cogí de la cintura y, en un rápido movimiento, la puse bajo mí sobre el colchón. Besé sus labios como si fueran lo más importante en mi vida, aunque prácticamente lo eran.

   Ella correspondió a mi beso lanzando un suspiro de placer y rodeó mi cuello con ambos brazos. Una mano se introdujo entre mis cabellos mientras que la otra me acariciaba la espalda.

   Dios Santísimo, esa mujer me volvía loco.

   Nos separamos por falta de oxígeno y ella intentó alejarse, pero no la dejé.

   —Te amo, Charlotte. Te amo como nunca he amado a nadie. Contigo me siento completo, lleno, a gusto. Al principio quería que fuese algo DIN compromiso, pero luego te pedí que fueses mi novia y pienso que seas eso por mucho tiempo más. Solo mi familia lo sabe, incluido Christian, pero he rechazado la longevidad por ti.

   —¿Qué?

   —Ya sabes que los hombres-lobo viven muchísimo más que un humano. Sin embargo, las brujas sois humanas con poderes. Por lo tanto, he rechazado vivir muchos años, solo para estar contigo.

   —Oh, Dios, Michael... No tendrías que haberlo hecho. Tú...

   —No me importa lo que viva —la corté—. Me importa que sea siempre contigo.

   Los ojos verdes de Charlotte se cristalizaron, clara señal de que iba a llorar. Como predije, grandes lagrimones cayeron por sus mejillas. Alcé mi mano derecha y se los limpié.

   —No llores, amor.

   Más lágrimas se deslizaron por su rostro cuando usé la palabra «amor» para nombrarla.

Muérete, amor [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora