Capítulo IV

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NARRA BETHANY

   Me estaba quemando la cara. Abrí primero un ojo y después otro. Un brazo rodeaba mi cintura. Mi cabeza estaba apoyada en el pecho de... ¿Christian? Y estábamos durmiendo abrazados en... ¡¿la playa?! Dios, mis padres me iban a matar. No había ido a casa en toda la noche. ¿Qué hora sería? Si se llegasen a enterar de que estaba con un chico... Buah, seguro que Nathan ya se lo había contado.

   Me levanté con dificultad, ya que no quería despertarle. Casi grito. ¡Joder, que dolor de cabeza! ¿Qué pasó ayer? Ah, claro, las siete copas de vino. ¿Cuántos grados tenía? Maldito Christian, ni siquiera me detuvo. Ahora tengo una resaca de tres pares de narices.

   Me estremecí. Hacía aire. No debía ser muy tarde. Cogí la muñeca de Christian y miré la hora. Mierda. Eran las ocho y cuarto. ¿Ahora cómo iba a llegar a casa?

   Alcé la vista hacia el parking. Bien, solo tenía que coger las llaves de su coche y... Joder, como me duele la cabeza.

   Noté un movimiento por el rabillo del ojo. Christian se estaba despertando. Me enterré más en la chaqueta... ¡¿también de Christian?!

   —Buenos días, preciosa.

   —Levanta el culo y llévame a casa ya. Ahora por tu culpa me duele una barbaridad la cabeza.

   —Yo no bebí todo ese vino.

   —Pero podías haberme detenido.

   —Te gustaba demasiado.

   —Solo llévame a casa, ¿quieres?

   —Está bien.

   De camino a casa me dormí.

★★★

   —Preciosa, despierta.

   Alguien me estaba sacudiendo el hombro. Pegué un manotazo al aire y seguí durmiendo.

   —Maldita sea, Bethany, ya hemos llegado a tu casa, como querías. Levántate y vete a seguir durmiendo en tu cama.

   —Cinco minutos más —murmuré.

   —Levanta tu precioso trasero de mi coche.

   Chasqué la lengua.

   —Está bien. Ya voy.

   Abrí los ojos y me estiré. Me encontré a Christian enfrente mía, con la puerta de mi lado abierta e invitándome a salir. Agarré su mano y salí.

   —Ya puedes irte —le dije—. Gracias por traerme. No pienso volver a salir contigo. Vete ya, no quiero que mis padres se enteren de que dormí contigo —mi cuerpo se estremeció de pensarlo.

   —Sus deseos son órdenes para mis oídos.

   —Así me gusta.

   Esperé a que se fuera. Se puso unas gafas de sol y me saludó con la mano. Le hice un gesto con la cabeza y se fue. Suspiré y entré en casa sigilosamente. Nathan estaba en el salón viendo la televisión mientras abrazaba a su novia.

   —Hola chicos —saludé.

   —Hola, Beth —April me sonrió.

   —Papá y mamá no saben nada. Les dije que te habías ido con Jessie. La llamé y estaba dispuesta a cubrirte, pero me dijo que en cuanto volvieses la llamases para hablar.

   —Gracias, Nathan. Eres el mejor —le di un beso en la frente.

   —Siempre se lo digo, pero nunca me hace caso —comentó April.

Muérete, amor [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora