Capítulo XV

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NARRA CHRISTIAN

   Mi padre indicó que nos sentásemos. Lancé una mirada furtiva a Beth. Estaba tensa y me agarraba fuertemente la mano. Bajé la vista hasta ellas y entrelacé los dedos con los de ella. Le acaricié la mano con el pulgar, en gesto tranquilizador. La conduje hasta el sofá y la senté muy cerca mía. Solo por su seguridad.

   Sigue mintiéndote. Puede que al final lo creas, dijo mi amigo Sub en mi cabeza.

   Beth me miró, visiblemente nerviosa. Le sonreí y devolví la vista a mis padres.

   —Hola —les saludé.

   —B-buenas tardes —tartamudeó Beth.

   Le di un apretón.

   Mis padres no dijeron nada. Me lanzaban esa mirada de «haz algo y te arranco el pescuezo». Muchos lobos se acobardarían, pero yo era su hijo y el próximo Alfa.

   —¿Y bien? —preguntó mi madre— ¿Qué es esto?

   Quizás debería irme, susurró Beth en mi cabeza.

   Ni lo intentes.

   —Queríais conocer a mi compañera. Aquí la tenéis.

   —Es una bruja.

   Beth frunció la nariz y se acomodó las gafas.

   —También es un gusto para mí conocerla, señora Johnson.

   Punto para Beth.

   Me giré hacia ella por ese pensamiento. Me dieron ganas de reír a carcajadas. Solo Bethany podía causarme eso en un momento tan tenso.

   —¿Cómo te llamas? —preguntó mi padre.

   —Bethany Knight.

   —¿Es hermana de Jonathan? —mi madre se dirigió a mí.

   Asentí con la cabeza.

   —Oh.

   —A ver.

  Bethany se levantó, sorprendiéndome. Se zafó de mi agarre y caminó de un lado para otro por la sala.

   —Entiendo que no soy una mujer-lobo. Entiendo que soy una bruja, su mayor enemiga. Entiendo que soy la compañera de su hijo. Entiendo que no les agrado. Lo que no entiendo es por qué me odian y me miran mal si no me conocen en absoluto. Hace tres semanas descubrí que soy una bruja, que los hombres-lobo existen y que estoy destinada a estar con uno el resto de mi vida. Soy bruja, sí, pero hay un refrán que dice que no hay que juzgar a un libro por su portada.

   La miré impresionado. Después de su discurso, se volvió a sentar a mi lado. Le cogí la mano en señal de apoyo y noté que estaba temblando. Me dedicó una sonrisa sincera.

   Solté su mano y pasé el brazo por sus hombros, atrayéndola hacia mí. Besé su sien.

   Ya está, preciosa. El resto dejámelo a . Yo te protegeré.

   No contestó. Se quedó mirando la reacción de mis padres, pero al parecer seguían en estado de shock.

   Mi padre fue el primero en hablar.

Muérete, amor [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora