Capítulo VI

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NARRA BETHANY

  Habían pasado dos semanas desde que besé a Christian. Me sentía incómoda con él por ese hecho. En Química no le dirigía la palabra. Ni siquiera le miraba. Él tampoco hacía ningún esfuerzo por entablar conversación conmigo. Nadie lo sabía, excepto Jessie. Se lo había contado el día siguiente al suceso. Había abierto los ojos de par en par y había gritado como una loca. Cuando se tranquilizó, me susurró en el oído que nosotros dos íbamos a acabar juntos. Yo había puesto los ojos en blanco y me había ido a mi clase.

   Hoy era viernes. Yo iba en el coche con Jonathan. Me estaba contando que había conocido a una chica increíble. Yo le gruñí, en defensa de mi mejor amiga.

   —¿Qué te pasa?

   —Que estás más ciego que un topo.

   —¿Por qué?

   —Tú sabrás.

   —¡Si no me lo dices...! —empezó.

   —Solo cállate, ¿quieres?

   —Como gustéis —dijo sarcásticamente.

   Me tocaba Química. Corrí a mi taquillero y cogí los libros correspondientes. Dejé la mochila allí y me metí comida en el bolsillo del pantalón. Al cerrar la puerta, me encontré con el rostro de Christian muy cerca del mío.

   —¡Ah! —exclamé, asustada.

   —¿Cuándo vas a dignarte a dirigirme la palabra?

   —¿Qué?

   —Lo que oyes.

   —Yo...Tengo que irme —gracias campana.

   —Te acompaño.

   —No hace falta.

   —Nos toca Química.

   Resoplé. ¿Cómo podía haberlo olvidado?

   —Ah, vale.

   —Contesta a mi pregunta —ordenó seco.

   —Te estoy hablando.

   —La conversación la he iniciado yo.

   —Bueno, pues si quieres la verdad, te la diré. Desde... ese pequeño incidente... me siento incómoda contigo. Todavía no puedo asumir que Christian Johnson —dije bajando la voz—, el capitán del equipo de fútbol, el chico más popular del instituto, el deseado por cualquier chica, le haya pedido un beso a Bethany Knight, una chica... como esto —me señalé.

   Él frunció en ceño.

   —No te subestimes, preciosa. Hace bastante te hablé de tu belleza, ¿recuerdas?

   Le miré a los ojos. Hablaba con sinceridad. Me ruboricé ligeramente.

   —G-gracias —tartamudeé.

   —Es la verdad. ¿Qué haces esta noche?

   Me recompuse. Me aclaré la garganta, me erguí y puse un brazo en la cadera mientras con el otro agarraba los libros.

   —No voy a volver a salir contigo —murmuré.

   Christian me abrió la puerta del aula, me guiñó un ojo, esbozó una media sonrisa y me invitó a pasar. Yo le escruté con los ojos. ¿Qué quería ese hijo del demonio?

   Me dirigí a mi sitio casi corriendo y me senté en la silla. Christian se entretuvo a hablar con sus amigos y se sentó cuando el profesor McDonald entró.

Muérete, amor [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora