NARRA BETHANY
Una mano me acariciaba la mejilla. Era suave. Me encantaba ese movimiento.
Abrí lentamente los ojos y vi a Christian delante mía. Me miraba con ternura, sus ojos azul verdoso penetrando en los míos marrones. Le abracé más fuerte y él besó mi frente.
—Podría acostumbrarme a despertar así todos los días. Sería maravilloso —soñó.
—Yo también.
—¿Quieres hacer algo? No sé, levantarte y desayunar, o quitarte la ropa y...
—Para el carro, guapete.
—Jo —hizo un puchero.
—Qué mono eres —le cogí de los mofletes y estiré de ellos, como me hacía mi abuela de pequeña.
—¿No hay nada que pueda hacer para convencerte?
—Solo quiero dormir.
—¿En qué sentido? —preguntó seductoramente.
—En el sentido de cerrar los ojos y tener sueños o pesadillas.
—Pues para eso, levántate.
—Todavía es muy temprano.
—Son las once de la mañana.
—Pues eso, muy temprano.
—No seas perezosa y levanta ese lindo trasero que tienes.
—Christian... —me quejé.
—Por favor, Bethy...
—No quiero...
—Venga...
—Que no...
—O te levantas y te preparas o te meto conmigo en la ducha. Sin ropa.
—No serías capaz.
—¿Me pones a prueba? No me hago responsable de lo que pueda suceder ahí dentro.
—Mi hermano duerme en la habitación contigua a ésta.
—Soy más fuerte que él.
—Hablando de eso... No quiero ver morir a mis seres queridos. Es decir, que sí, sé que ahora vivo muchísimos más años, pero ver morir a mis padres, a mi hermano, a Jessie...
—No sé si a tus padres les hará gracia, pero podemos proponérselo a Jonathan y a Jessie.
—Ya veremos. Ahora solo quiero disfrutar de las vacaciones.
—Yo quiero disfrutar de ti... Pero no me dejas.
—Deberás aguantarte.
—Si no hay más remedio...
—No te pongas triste —le di un casto beso en los labios.
—Hmm... Te has quedado muy corta.
—No esperes más por mi parte.
—Entonces tendré que buscarlo.
No me dio tiempo a analizar sus palabras, pues cuando acabó de decir la oración, ya se había abalanzado sobre mis labios y los devoraba con exigencia. Yo me opuse a su altura, le seguí el ritmo y profundizamos el beso. Se colocó encima mía, y siguió besándome. Una de sus manos voló hasta mi cintura, mientras que la otra lo hacia hasta mi pierna. Dejó mis labios y se dirigió a mi cuello. Dejó un reguero de besos desde la mandíbula hasta el hombro. Sin embargo, no bajó de allí, respetando las normas que yo nos había impuesto. Nada de sexo hasta los dieciocho. Subió de nuevo y mordió mi lóbulo derecho. Solté un pequeño gemido y el soltó una risa nasal.
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Muérete, amor [CORRIGIENDO]
Werewolf«-Bueno, ahora te vas a dar la vuelta, mirando hacia la ventana, mientras yo me pongo el pijama. -No hace falta. A mí no me importa que te desnudes delante mía. -Estoy segura de eso, pero a mí sí me importa, por lo que te vas a dar la vuelta...