Capítulo XXV

5.2K 350 11
                                    

NARRA BETHANY

   Viernes, último día de clase de este trimestre. Día en el que declararía a Christian como mío. Día en el que me tendría que enfrentar a Holly.

   El claxon anunció la llegada de Christian. Sonriente, me despedí de todos, me colgué la mochila al hombro y salí a fuera.

   Christian estaba apoyado en el coche, con las manos en los bolsillos del pantalón. Llevaba unos vaqueros y una sudadera azul marina. Me mordí el labio inferior. Todavía no me creía que él fuese mi novio. Me dijo que me amaba.

   —Hola, bruja.

   —Hola, lobo.

   —Antes eras guapa con gafas, pero ahora lo eres aún más sin ellas.

   Sonreí. Desde que aquel hombre-lobo me mordió, mis sentidos se agudizaron. Oía mejor, olía más, veía perfectamente sin gafas. ¿Increíble? Lo sé.

   —Bueno... ¿Nos vamos? —pregunté incómoda.

   —Todavía no.

   Agarré con más fuerza las asas de la mochila. Christian me rodeó la cintura, acercándome a él, y se inclinó hacia mí. Me dio un beso, de esos que hacen que te tiemblen las piernas de lo maravilloso que es.

   Cuando se separó, no lo hizo del todo. Apoyó la frente en la mía y cerró los ojos.

   —Te he echado de menos.

   —Por suerte nos toca ahora Biología.

   —Pensaba que ibas a contestar con un «yo también».

   —Es que yo no te he echado de menos.

   —¿No? —frunció el ceño.

   —Pues claro que sí, idiota.

   Deposité un beso en sus labios y pasé los dedos por su mejilla.

   —Vámonos o llegaremos tarde.

   —De acuerdo.

   Me abrió la puerta y pasé. Después subió él. El camino hasta el instituto fue divertido; Christian no paraba de hacer chistes y yo, siendo como soy, que me río por cualquier cosa, no hacía más que reírme. Cuando llegamos, salimos del coche y Christian me agarró la mano. Hizo bien, porque sino yo habría salido corriendo en dirección contraria a él para que no nos viesen juntos.

   —Eres mi novia ahora. Ni se te ocurra huir.

   —Pero Holly...

   —Que le den a esa zorra.

   —Te recuerdo que esa zorra fue también tu novia.

   —Lo nuestro era pasajero. Ha sido así con todas.

   —¿Yo... también soy... algo pasajero?

   —No. Tú eres para toda la vida.

   Si no nos hubiesen estado mirando todos, juro que lloraría de alegría. Mi corazón palpitaba cada vez más rápido y fuerte. Estoy segura de que Christian lo oía. Tenía que oírlo con su súper oído.

   —¿En que piensas? —susurró Chris.

   —En lo bonita que soy —bromeé.

   —Y luego el engreído soy yo.

Muérete, amor [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora