NARRA VIOLET
Salía de la cafetería para dirigirme a mi taquilla. Me dolía la tripa de reír. Las discusiones entre Beth y Christian, y Jess y Jonny, eran bastante graciosas. Charlotte y yo comentábamos todo en voz baja junto a Thomas, el cual también se reía descontroladamente.
Quité el candado y metí los libros que no necesitaba. De nuevo llegaba tarde a clase, pero no me importaba, aquello era normal en mí. Los pasillos estaban desiertos, y no se oía ni un alma. Debería haberme asustado, pero el instituto era eso, un centro en el que se congregaban almas muertas y silenciosas. Cuando las almas salían de éste, cobraban mágicamente vida.
Cogí el libro y el cuaderno de Inglés y cerré la taquilla. Me guardé la llave en el bolsillo trasero de mi pantalón y metí mi mano libre en el bolsillo de mi sudadera gris.
De repente, noté como unas manos me tapaban la boca y los ojos, y todo se volvía negro. Mis ojos se cerraban y yo intentaba librarme de aquel agarre, pero todo fue en vano.
Me desmayé cuando mi cabeza fue golpeada con algo duro.
★★★
Mantuve los ojos cerrados cuando recuperé el conocimiento. Sentía a personas a mi alrededor, hablando en voz alta con voces graves y masculinas.
—¿Para qué la quiere el amo?
—Eres un empanado. Va a hacer un intercambio. Una bruja por ella. Esta humana es un ser insignificante. Lo que interesa es una de las dos brujas. Yo prefiero a la pelirroja. Es la que tiene mejor físico. Seguro que será toda una maravilla en la cama.
Ugh, que asco, pensé.
Fui a abrir los ojos y a moverme, pero una voz masculina en mi cabeza me lo impidió.
No hagas ni un solo movimiento. Espera. Ten paciencia.
¡¿Qué cojones?! ¡¿Por qué coño en mi cabeza escuchaba una voz masculina?! Sin embargo, le hice caso por su tono. No admitía replica.
—Lebron, Hen, podéis iros. Yo me quedaré aquí con ella.
Era una voz nueva. ¡La voz de mi cabeza!
—¿Para qué quieres quedarte tú solo?
—El amo dijo que podíamos hacer lo que quisiésemos con ella. Bien, voy a aprovecharla. Y como soy de un rango mayor al vuestro, os ordenó que abandonéis la habitación.
—¡Jo, que morro tienes! Yo también quiero una belleza con esta en mi cama.
—Fuera —gruñó.
Oí pasos, seguidos de una puerta abriéndose y cerrándose. Seguí quieta, por precaución.
—Deja de hacerte la muerta. Puedes abrir los ojos.
Abrí los ojos con miedo, y me encontré a un chico muy guapo, más que el niñero de mi hermanastra, observándome. Era moreno, de ojos negros y pálido. Parecía de mi edad o por ahí. Era alto y tenía un musculoso cuerpo. Diablos, estaba muy bueno.
—¿D-dónde estoy? —pregunté, temerosa.
—En la guarida del amo.
—¿Y dónde está eso?
—Información secreta.
—Oh. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy atada a la pared?
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Muérete, amor [CORRIGIENDO]
Lobisomem«-Bueno, ahora te vas a dar la vuelta, mirando hacia la ventana, mientras yo me pongo el pijama. -No hace falta. A mí no me importa que te desnudes delante mía. -Estoy segura de eso, pero a mí sí me importa, por lo que te vas a dar la vuelta...