NARRA BETHANY
—¡¿CÓMO?! —chillé.
Varias personas se giraron en mi dirección; las ignoré y volvieron a lo que sea que estuviesen haciendo. Me levanté del regazo de Christian y puse mis brazos en garra.
—Beth, tranquilízate.
—¿Qué me tranquilice? ¡¿Qué me tranquilice?! ¡Nos tendremos que odiar si se da el caso de que... lo soy!
—Así ha sido siempre...
—¿Y a mí que coño me importa? ¿No éramos amigos?
—Bethany, todavía no sabemos si lo eres o no.
—¿Y cómo explicas que te entienda?
—A lo mejor... eres una mujer-lobo y...
—Estoy segura de tener diecisiete años.
—Vale, lo que acabo de decir es una tontería. No quiero odiarte, Beth.
—No lo hagas. ¿Cambia en algo que sea una bruja?
—No, sigues siendo Bethany.
—Pues ya está. Si no soy una bruja... ¿Qué ocurrirá entonces?
—Que habrá que descubrir por qué me entiendes, ¿no crees?
—Sí. Una pregunta, ahora que se me viene a la mente. ¿El hombre-lobo y la bruja tuvieron algún hijo?
—Hay rumores que dicen que sí.
—Y si es verdad... ¿qué tuvieron?
—Supongo que una especie de hombre-lobo con poderes.
—Me gustaría averiguarlo... —confesé.
—Ya te dije yo que querrías un hijo mío. ¿En qué lugar lo hacemos?
—Gilipollas. Ahora por idiota vas a pagar tú.
—Lo iba a hacer de todas formas, así que...
—Por cierto, Chris —lo llamé cuando me terminé la Coca-Cola—. No voy a tener sexo contigo.
—Eso ya lo veremos. Caerás rendida a mis pies. Te casarás conmigo —declaró.
—No.
—El sábado en el coche no decías lo mismo.
—La Nutella me nubló la mente. Ocupó toda mi cabeza. Y tú no ayudabas diciendo que tenias botes y botes y botes.
—Nos casaremos, Beth.
—Para eso primero hay que salir, besarse y todas esas mierdas. Nosotros casi ni hablamos.
—Pero somos amigos. Siempre se empieza por algo.
Solté varias carcajadas. No me iba a casar con él. Este chico estaba loco.
Pero te encanta.
No me encanta.
Si lo hace.
—Me quiero ir. No puedo faltar a otra clase o mi castigo será mayor. Otra pregunta, ¿cómo se lo has conseguido esconder al Jonathan todo este tiempo? Os conocéis desde primero.—Le dije que estaba muy desarrollado para mi edad. Las hormonas... Ya sabes, el típico chico demasiado alto para sus doce años.
—¿Le has estado mintiendo todo el rato? Se supone que es tu mejor amigo.
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Muérete, amor [CORRIGIENDO]
Hombres Lobo«-Bueno, ahora te vas a dar la vuelta, mirando hacia la ventana, mientras yo me pongo el pijama. -No hace falta. A mí no me importa que te desnudes delante mía. -Estoy segura de eso, pero a mí sí me importa, por lo que te vas a dar la vuelta...