18."Kathlein"

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Recuerdo.

Me abrazo a mi misma sintiendo miedo de estar sola de nuevo en una habitación,siendo que ahora es una más alumbrada y colorida,ni siquiera tomo en cuenta que haya sido mía antes de irme.

Remojar mis labios no sirvió de nada para deshacer ese aspero camino de mallagaduras resecas,aún puedo sentir el sabor de la sangre contra mi legua cuando hace contacto con una de las esquinas inferiores.

—En casa...—Probar las palabras que escuché ser dichas por mis hermanos,no se compara con el vacío que sentí al verlos.

Con la vista perdida sobre el suelo,aferro con más fuerza el agarre que tienen mis manos sobre mis antrebrazos,estar sentada en una pequeña esquina de la acolchada cama sólo trae una sensación enfermiza en mi ser.

"¿No debería estar feliz por haber vuelto?"

Cuestionarme eso desde que llegué,estubo apunto de enloquecerme justo en el instante que me obligaron a tomar una ducha.

"¿Creen que con eso se irá todo los recuerdos que cargo en mi mente? ¿El dolor? ¿Cómo estuve días sin poder dormir tan sólo por que me sentía..sucia?"

Esas fueron las palabras que quice gritarles cuando me vieron de una manera distinta,cuando apenas me tocaron por que pensaban que me iba a romper si lo hacían con demasiada fuerza.

Cómo si no supieran que después de estar un año en el infierno,no pudiera regresar hecha cenizas...



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Recuerdo que unas cuántas veces en la biblioteca del pueblo,me llamaron curiosidad las novelas de tinta blanca.

No me pregunten que significa eso,por que les aseguro que yo sólo repito lo que la encargada mencionó cuando me vio por primera vez en ese área.

La curiosidad atrajo la sensación del gusto,luego pasó a la costumbre y después volvía al lugar cada dos o tre días por una nueva historia con la cuál obsesionarme.

Mientras leía más y más,aprendía cosas que hasta parecerían irrelevantes a la vista de los demás,estar sumida en una concentración literariamente imaginaria,era lo que en los días oscuros mantenía ocupada a mi mente de recordar y a mi corazón de sentir la realidad.

—¿Qué lees?—La sacudida en mi hombro me hace despertar de un mundo donde no pensaba en las posibilidades de qué estar nuevamente en SantaFé,sea una de las muchas malas decisiones que puedo llegar a tomar cuando me lo propongo.

Girando mi cabeza con cuidado al sentirla un poco adolorida por la mala posición en la que me encontraba,le doy mi atención a la mujer que hace unos meses creía no volver a ver.

—Un libro.—Eso es toda mi explicación mientras que cierro el mismo,colocándolo boca arriba antes de asentarlo sobre mi regazo,con una mano haciendo de pasador en la página correspondiente.

Sus entornaciones de ojos llegan a verse hasta mucho menos molestos de lo que intenta reflejar,estar en un auto a las siete de la mañana es algo complicado para la ciudad tan grande en la que nos encontramos,asi que no tube más opción que sacar el libro de comedia que guardaba en mi mochila por pura precaución.

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