EPILOGO
JORDAN
Lunes 30, Noviembre 2015
Probablemente no esté bien que estemos aquí juntos y solos, porque yo soy técnicamente su jefe y ella trabaja en el programa de radio que yo manejo. Aunque hace meses venimos haciendo esta danza en la cual nos miramos mucho desde lejos, sabemos que nos miramos y qué queremos pero ninguno hace el movimiento adecuado.
Mi cuerpo reacciona al verla, tenerla a mi alrededor y no digo solo excitarme porque eso definitivamente pasa. Pero mis manos empiezan a sudar, me pregunto qué hará los días que no trabaja y mis labios se secan cada vez que Celine Durand decide mirarme y veo mucho más que una amiga de trabajo o empleada, veo una mujer hecha y derecha que me atrae. Mucho.
Hoy todos ya se fueron a sus casas o de fiesta, me extraña no verla irse con alguno de los chicos. Estos últimos días ha estado saliendo más, disfrutando más, riendo más. Y eso hace que yo desee compartir esas risas, esos labios...
— ¿Hoy no sales? —Mi pregunta parece agarrarla descuidada. Sus manos recorren su camisa blanca sacando invisibles arrugas y basuras. Se endereza para enfrentarme.
—No, me voy directamente a casa y no saldré a ningún lugar. Además es lunes, eso de salir a mitad o comienzos de semana es cosa de los chicos. —Su pelo rubio está sujeto en un rodete y dos mechones le enmarcan la cara con gracia. Tiene una camisa blanca con bolados al frente pero la tiene medio desabrochada, metida en una pollera tubo escocesa corta y unas botas taco. Celine es la única que podría usar ese atuendo con el clima que hay, aunque noto que lleva medias transparente que cubren sus hermosas piernas.
—Cierto, a veces pierdo la noción de los días... —respondo humedeciendo mis labios, observo bien el estudio buscando si hay alguien del personal cerca. Después de asegurarme que no hay nadie alrededor, me acerco despacio hasta estar a menos de un metro de ella. Celine no se pierde ni uno de mis pasos, los sigue con la mirada pero no se aleja. Solo noto curiosidad y picardía en sus ojos.
Sé que ella salió de una relación que la lastimo mucho, no sé los detalles pero no los necesito para saber que ella no lo pasó bien. Y cualquiera que la hiciera sentir así no merece ni los buenos días de su madre; sé quién es el responsable de su tristeza, tan bien como que sé que no puedo hacer nada en contra. La industria no es buena guardando secretos y una golpiza de parte mía a ese sujeto ocasionaría un gran revuelo mediático que no quiero causarle. Los días posteriores no fue la misma, recién un mes después puedo decir que reconozco a Celine, por lo menos exteriormente.
Ella levanta su cabeza, tratando de quedar a mi altura pero aun con esos sexis zapatos no lo logra. Evitar perderme en sus ojos es imposible y ellos son mi pecado, por eso no logro notar que ella se acerca mí y me da una beso en la mejilla hasta que lo hace. No se aleja rápido, yo trato de disfrutar al máximo sus labios contra mi mejilla. Es un simple contacto que despierta muchas sensaciones en mí.
Trato de no hacer nada y dejarla irse, mantener esto totalmente profesional. Dejarla marcharse a casa, descansar de la jornada y encontrar un hombre que la ame, sin complicaciones o secretos como yo. El problema es que no quiero dejarla irse, quiero decirle todos mis secretos y que me ayude a solucionar mis complicaciones.
Mi cuerpo protesta ante la idea de que se vaya, de no probar sus labios, su cuerpo contra el mío y mis manos tampoco están de acuerdo; toman con delicadeza su cara, sus labios se entreabren y yo me lanzo sobre ellos. Puedo sentir como sus manos buscan aferrarse a mí y bajo mis manos a su cintura acercándola a mi cuerpo, mi pelo es atacado por sus dedos revolviéndolo y despeinándolo. Molesta un poco, tal vez un poco mucho; no digo nada y busco lograr más contacto de alguna manera.
Inclino mi cabeza para profundizar a un más, nuestras lenguas se encuentran y suelto un gemido profundo; ella toma ventaja y me chupa mi labio inferior con fuerza, siento un breve mordisco y luego cómo ella calma la quemazón con su lengua.
— ¿Por... por qué no podemos, poner un límite entre nosotros, Jordan? Dibujar una línea. —Su respiración es fatal como la mía, no puedo controlar los latidos de mi corazón. Sus ojos me ven con un brillo que solo me atrae aún más—. No sé cómo verte solo como mi jefe, compañero o amigo.
—Poner una línea entre nosotros solo lograra que queramos cruzarla más, por ahí todo el tiempo. Y yo tampoco sé cómo verte como amiga, y sé que debo pero no quiero, Celine. Y si debo robarte besos a escondidas para estar con vos, lo haré. No creo poder contentarme con esto. —Mis manos ascienden recorriendo sus costados y espalda. Ella sigue tratando de controlar su respiración, sus dedos recorren con más calma mi pelo; sus ojos se desvían constantemente a mis labios.
— ¿Y si yo también quiero más? ¿Si quiero ir hasta el final? ¿Me llevarás hasta allí? ¿Me tocarás y me dejarás tocarte, Jordan? ¿Me dejarás llevarte hasta dónde queramos?—Su mirada se ancla en la mía y se muerde el labio. La beso una vez más y otra vez hasta que pierdo la noción, sinceramente no recuerdo su última pregunta; podría pasarme los días besando sus labios, todo su cuerpo y recorriéndole con mis manos con paciencia y, a la vez, desesperación. Siento nuestros labios hincados, inflamados y cuando me separo noto que los suyos están rojos, no sé qué respuesta espera ella de mi parte pero sé que decir a continuación.
—Me lo haces tandifícil, Celine, pero me haces sentir tan vivo a la vez. Si tú quieres y medeseas... ¿quién soy yo para detenernos?
***
Y... está historia comienza, ¿están listos?
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Latidos en una Canción (Saga Radio Calavera #1)
RomanceUna melodía en su cabeza Un ritmo en su pie Un trazo de tinta en el papel Leonardo marca el ritmo de sus canciones, pero no el de su corazón. Leonardo Prince ama su carrera, ama su familia y se cree completo. Pero con una relación fallida no recuerd...