ADELA
Martes 16, Febrero 2016.
Cuando los dos locos detienen el auto y me dicen que llegamos a donde sea que tenían que llevarme según las instrucciones, suspiro poniendo los ojos en blanco. Estaba un poco fastidiada porque no había podido sacarles nada de información. Simplemente prendieron la radio y escuchamos a los chicos hacer el programa a todo volumen. Claramente ignorando mis quejas.
—Tienen que estar jodiendome —murmuro al entrar a un restaurante demasiado lujoso para la ropa que estoy usando. Tan lujoso que estoy segura que yo nunca entraría en él a comer porque no quiero quebrar y tener que vender hasta la virginidad que no tengo.
— ¿Es la señorita Parker? —pregunta un muchacho joven, supongo que el encargado de turno del restaurante. Sus rasgos son asiáticos y sus ojos simpáticos. Mis amigos asienten por mí—. Por aquí entonces...
—Nosotros nos quedamos en esta parte, en la mesa al lado de la ventana sino es molestia —interrumpe Erick agarrando a Philip del codo, ambos me sonríen—. Tú ve, confía un poco en nosotros y síguelo. Te juro que no es nada ilegal.
—Yo... a ver, ¿qué diablos está pasando? No voy a seguirlo sin saber en qué mierda me han metido está vez, no voy a caer de nuevo —digo frunciendo mi ceño. Recuerdo muchas bromas que ellos dos han hecho y a las cuales yo y el resto de mis amigos hemos respondido. No confío totalmente en que esto no sea una broma.
—El señor... —comienza a decir el chico que sigue mirándonos confundido, se aclara la garganta cuando Philip le dice indica que no diga nada. Me mira con honestidad en sus ojos—. Le juro señorita que no es nada ilícito ni desagradable, la información que tengo sobre esto es que una sorpresa que le resultara agradable.
—Okey. Pero si esto no me gusta, voy a irme. Y ustedes dos me deberán mucho.
—Te aseguro que nos deberás una a nosotros, mujer. Tampoco te preocupes por tomarte todo el tiempo. Hemos hablado con Aylen y Miles acordó llevarla a su casa cuando terminen en la radio. Nosotros te esperaremos y luego te acompañaremos al estacionamiento al terminar. —Veo como tratan de abrir una botella de champagne, me señala y guiña el ojo—. Confía.
—Lo dices como si fuera tan fácil. —Miro al mesero e intento sonreírle—. Tú indica el camino, te sigo.
Nos guía hacia el fondo del restaurante, al área de fumadores. El techo del pequeño patio es de vidrio y, como el día lo permite, el mismo se encuentra abierto. Hay una mesa en el centro con un plato, cubiertos y una fina copa acompañada con otra más chica; me indica que me siente y espere.
A los minutos pone una notebook adelante mío, con el cargador enchufado y la prende. En seguida abre Skype. No pasan ni 10 minutos que una llamada entra, veo el nombre y suelto una risa nerviosa, aunque no olvido lo ridículo que fue todo esto.
— ¿Me ves? —Dejo de respirar por un momento al escuchar su voz. Se siente que hace mucho tiempo que no lo veo.
—Te veo muy bien, Leo. Me gusta el smoking aun cuando no estoy vestida para la ocasión. En mi defensa no sabía nada de esto —digo señalando el hecho de que esta vestido como si fuera a una gala y yo me encuentro en jeans. Él me sonríe de todos modos.
—Era la idea, una idea muy buena, pensada por el genio que tienes adelante —responde acomodándose en su silla. Agarra la servilleta que está en su mesa y la coloca en su regazo—. Estoy estancado en Europa por unos días más pero quería verte y tener una cita como la gente, esto no suplanta el hecho que debemos tener una cita en el mismo lugar y espacio pero algo es algo. No podía esperar más.
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Latidos en una Canción (Saga Radio Calavera #1)
RomansaUna melodía en su cabeza Un ritmo en su pie Un trazo de tinta en el papel Leonardo marca el ritmo de sus canciones, pero no el de su corazón. Leonardo Prince ama su carrera, ama su familia y se cree completo. Pero con una relación fallida no recuerd...