Cazador [COMPLETA] +18

2. Demasiado siniestro

VALERIE

Paseo la mirada por la ventanilla, maravillada con el paisaje de este lugar. En Montreal todo es muy diferente, los edificios son altos y grandes, las calles están repletas de gente y el aire parece viciado por la contaminación. Mi padre me ha contado que Calgary solo está a una media hora más o menos en coche, y que puedo ir cada vez que me apetezca y necesite sentirme parte de una ciudad grande.

Hace años que no veo a la familia de mi padre, a mis tres primos y al tío George. En realidad no los considero familia, puesto que no hemos tenido mucha relación y apenas los conozco; sin embargo, cuando mi padre me dio la opción de venir aquí, o irme con mi tía abuela al sur de Estados Unidos, no lo dudé. Odio el calor.

—Ya hemos llegado, es esa —indica mi padre señalando una casa con paneles de madera de color verde, bastante grande y aislada.

—Es bonita, y mira estas montañas. —Sonrío porque hacía tiempo que no veía nada tan hermoso.

—Me alegra que te guste, princesa. —Detiene el coche junto a la entrada empedrada y coloca una mano sobre mi rodilla—. Sabes que odio tener que marcharme y dejarte, ¿verdad?

—Lo sé, promete que escribirás todas las semanas.

—Solo si tu prometes disfrutar de esta oportunidad y aprovechar el tiempo libre para elegir una buena carrera universitaria.

—Lo prometo —digo mientras me inclino para darle un beso.

—Yo también.

Salimos del coche y enseguida vemos cómo la puerta principal se abre y un grupo de altos hombres sale de ella. No me importa que sean todos chicos, me llevo mejor que con las chicas.

Los dos primeros salen y caminan con una sonrisa, el tío George abre sus brazos mientras nos da la bienvenida y él y mi padre se abrazan, comparten algunas palabras entre ellos y luego se apartan para saludarnos al resto.

—Bienvenida a tu casa, cariño —dice mientras pasa un brazo por mis hombros y me dirige hacia sus dos hijos—. No sé si recuerdas a Charles y Frank, hacía mucho que no nos veíamos.

—Más o menos. —Sonrío y le doy un beso a cada uno, el contacto físico no es lo mío, al menos hasta que gano confianza.

—Hay otras cosas peores que pueden matarla. —Me giro cuando un suave murmullo llega hasta mis oídos.

—Kieran, ¿no vas a saludar? —Su padre le insta a que se acerque y me doy cuenta de que soy la única que ha escuchado lo que ha dicho.

—Claro, ¿cómo ha ido el viaje? —pregunta el mediano de los hermanos abrazando a su tío antes de darse la vuelta hacia mí—. Hola, Valerie.

—Hola.

Él no hace ademán de darme un beso como sus hermanos, y yo tampoco. De hecho, lo agradezco, Sus ojos me analizan y frunce el ceño durante un par de segundos.