[COMPLETA] +18
«No llevaba el demonio dentro, pero su crueldad era brutal.
No estaba poseído, pero su mente era tremendamente perturbadora.
No deseaba matar, simplemente su sed era incontrolable.
Era su naturaleza, la esencia de su vida. Él era un...
Mastico los huevos revueltos ante la mirada disimulada de Kieran, quien intenta mediar entre sus hermanos para que no se peleen por un partido de baloncesto que habrá pronto y en cuyo ganador están en desacuerdo.
Mi tío se ha marchado temprano a trabajar y le ha dicho a Kieran que puede ir más tarde si a cambio se queda un poco más a última hora, ante lo que no ha podido decir que no. En contra de las fábulas de vampiros, el mío sí duerme y, de hecho, le encanta, así que no es muy amigo de madrugar.
—Vete a la mierda —dice Charles a su hermano pequeño a la vez que le lanza una servilleta al levantarse.
—¡Pero sé realista! Los 88's no tienen nada que hacer contra los Toronto Raptors, asúmelo y serás más feliz.
—Tendría que darte vergüenza ir en contra del equipo de tu propia ciudad, capullo.
—¡Es que son malísimos! —ríe Frank mientras entre los dos van recogiendo la mesa para fregar los platos.
—¿Qué planes tienes para hoy? —Me pregunta Kieran dejando que sus hermanos continúen en su vano intento de convencerse el uno al otro.
—Quiero ir al pueblo a ver si encuentro trabajo en alguna parte. Quizá pregunte en el cine, vi el otro día un cartel de que necesitaban una persona.
—¿Te parece buena idea? —Baja el tono de voz y me sujeta por el brazo con delicadeza para apartarme disimuladamente de la cocina.
—¿Por qué lo dices?
—Bueno, por si a Nihasa le apetece asomar la cabecita de repente.
—No puedo estar toda mi vida en casa, Kieran. —Me dan ganas de acariciar su mejilla por su preocupación, pero me contengo—. En algún momento tendré que perder el miedo y hacer cosas normales.
—Si es lo que quieres, de acuerdo, pero promete que me llamarás si sientes cualquier cosa rara.
—Lo prometo.
«Lo que daría por poder besarte ahora mismo y saborear cada pedazo de ti.»
Sonrío por su pensamiento, Kieran me guiña un ojo y regresa a la cocina junto a sus hermanos, donde la discusión ya se ha disipado casi por completo.
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Toco la puerta cristalera del cine, que ahora está cerrado, y aguardo cuando escucho una voz que proviene del interior. Me aparto al escuchar la llave girar la cerradura y la puerta se abre hacia el exterior.
—El cine no abre hasta las cinco —informa un señor mayor que he visto en otras situaciones.
—Lo sé, vengo por el cartel. —Lo señalo con el dedo y entonces su rostro entorna una sonrisa.
—¿Quieres trabajar aquí?
—Sí, no tengo experiencia, pero aprendo deprisa y tengo muchas ganas, de verdad.