16. Resurrección

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KIERAN

Me llevo las manos a la cabeza a la vez que retrocedo hasta que mi espalda toca la puerta de mi dormitorio. El cuerpo inerte de Valerie yace sobre mi cama rodeado del color carmesí de la sangre que no he recogido con mi lengua, la sangre que ahora penetra en el colchón de igual forma que yo la he penetrado a ella mientras apagaba sus últimos segundos de vida.

—¡Joder! —exclamo dando una patada al balón de baloncesto que hay en el suelo.

Un crujido en la madera de la planta inferior hace que algo haga clic en mi cabeza y salga del ensimismamiento en el que me encuentro.

Soy incapaz de apartar los ojos de la macabra escena que La Bestia ha provocado y que yo no he podido evitar, pero debo reaccionar y arreglar este puto desastre.

Lo primero que hago es vestirme con ropa deportiva y una sudadera con capucha, luego envuelvo el cuerpo con la colcha, tratando de no mirar más su rostro, y lo sello con unas cuerdas que saco del armario.

—Esto no me puede estar pasando —mascullo con rabia por pensar en lo que todo esto conllevará.

No voy a librarme de ser investigado, yo he sido el último en verla cuando salimos corriendo hacia el bosque después de, por cierto, destrozar el brazo de Roy, por lo que tampoco voy a librarme. De hecho, me extraña que Charles no haya aparecido ya por aquí para detenerme.

—Qué desastre, Dios. —Me apresuro a abrir la ventana de la buhardilla en la que duermo y que, convenientemente, da a la parte trasera de la casa, hacia el bosque.

No es la mejor idea lanzar el cuerpo por aquí, pero lo es mucho menos que me pillen sacándolo por la puerta. No sé ni qué hora es, pero aún no ha amanecido, seguro que apenas hemos dormido una o dos horas desde que llegamos.

Inclino el edredón por la repisa de la ventana y dejo que el propio peso haga que vuelque y aterrice en la hierba varios metros por debajo. Después quito las sábanas, y todo lo que ha tocado la sangre, y también lo tiro antes de saltar yo.

Por suerte, la sangre no ha alcanzado el colchón como pensaba.

Coloco el cuerpo en mi hombro y me adentro en la profundidad de los árboles todo lo que puedo, hasta que creo que estoy lo suficientemente lejos como para enterrarlo. Empiezo a cavar con la pala que he cogido del garaje, y hago un buen hoyo sin mucho esfuerzo y en poco tiempo, deposito dentro a Valerie con todas las sábanas y la ropa manchada, y vuelvo a taparlo con tierra sin esperar ni dejar que los sentimientos me puedan. Echo por encima hojas caídas y ramas partidas de los arboles de alrededor, y regreso a casa ocupándome de borrar mis huellas a medida que voy andando.

Escucho en la lejanía el motor de un coche que no conozco, así que trepo por la fachada para entrar de nuevo en mi habitación, hacer la cama con ropa limpia y fingir que duermo.

¿Cómo ha podido suceder esto? Todo lo que no quería que pasase, lo que más me aterraba y lo que más he intentado evitar. Valerie. Muy a mi pesar, empezaba a sentir algo por ella, algo que sabía que no era correcto y que estaba mal por el vínculo que nos unía, porque, a pesar de no ser primos de sangre, era como si lo fuésemos. Al menos para nuestra familia.

—¿Kieran? —Las pisadas de Charles en las escaleras, acompañadas de su voz, hacen que me tense bajo las sábanas limpias—. Kieran —repite ya en mi habitación.

—¿Qué quieres? —pregunto sin abrir los ojos.

—No me has dejado otra opción, te lo advertí.

—¿Has venido a detenerme?

—Así es, Roy te ha denunciado por agresión. Tienes que acompañarme a comisaria a prestar declaración, mi compañero está aquí, así que levántate.

Cazador [COMPLETA] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora