39. Pillados

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KIERAN

Valerie se queda muda ante mi respuesta, así que me pongo en marcha y conduzco en silencio hasta que detengo el vehículo ya en el terreno de la casa. No se mueve, permanece quieta unos segundos y gira su rostro hacia mí cuando me inclino para coger otro cigarro.

—Lo siento —manifiesta al fin. La miro sin responder—. Nunca me había puesto celosa por nadie, es algo nuevo para mí.

—¿Celosa dices? —Chasqueo la lengua, expulso el humo y vuelvo a posar mis ojos en ella—. Valerie, compararte o temer que otra mujer pueda atraerme es igual que tener miedo de que mañana un meteorito vaya a arrasar esta casa.

—Podría pasar —apunta con una ceja arqueada.

—Desde que llegaste, te metiste tan dentro de mí que el hecho de que cualquier otra mujer coquetee conmigo es como si llamas a una persona que tiene el móvil apagado. Nunca va a poder responderte.

—Tengo miedo —dice entonces.

—¿Miedo de qué?

—De que todo eso que aseguras sentir, no sea real; que sean los sentimientos de La Bestia por Nihasa.

—Son los sentimientos de Kieran por Valerie —prometo con completa seguridad.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque La Bestia solo desea sangre. —Hago una pausa en la que ella agacha la cabeza y se humedece los labios con la lengua—. Vamos, ven aquí. —Tiro de su mano para que se acerque y poder besarla.

Su boca encaja con la mía igual de bien que siempre, hundo los dedos entre los cabellos que tiene sueltos y trato de mantenerme calmado para que el bicho permanezca dormido. Sin embargo, lo que nunca hubiésemos imaginado sucede cuando una luz nos apunta directamente hacia los ojos desde fuera de la camioneta.

—Me cago en mi vida —mascullo al ver el rostro atónito de mi hermano, inmóvil con una linterna en la mano.

—Madre mía, madre mía. —Valerie cubre su rostro con las manos y agita las piernas con nerviosismo.

—Entra en casa —ordeno antes de bajarme sin mirarla—. Frank, escúchame antes de empezar a montarte películas.

—¿Películas? —Suelta una solitaria y amarga carcajada—. No creo que haya muchas formas de interpretar esto. —Desvía la mirada hacia Valerie cuando entra corriendo en casa.

—¿Puedo explicártelo? Hay un par de... cosas, que deberías saber.

—Ah, ¿que hay más?

—Sí, hermano, hay más.

—Está embarazada.

—¡No! ¿Qué hablas? Te he dicho que no te montes películas, vamos, por favor.

—¿A dónde? —pregunta cuando le señalo el bosque.

—No puedo hablar de esto en casa.

—Joder, Kieran. —Niega con la cabeza y echa un vistazo hacia la ventana del salón, desde donde Valerie nos observa abrazada a sí misma—. Está bien.

Escucho las pisadas de Frank a mi espalda, un metro por detrás y todavía con la linterna en la mano, alumbrando nuestro camino; lo que él no sabe es que soy capaz de ver en la más completa oscuridad. Aún. No lo sabe aún.

—Ya es suficiente, habla de una puta vez, me estás poniendo nervioso, tío.

—Para lo que te voy a contar necesito que estés receptivo, que no te acojones y que confíes en mí. Todo esto es real y nada de lo que te voy a decir es mentira ni ninguna clase de broma.

Cazador [COMPLETA] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora