30. Tiene hambre

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VALERIE

Los crímenes han continuado, la ciudad de Calgary y los pueblos de alrededor están en alerta roja por un asesino en serie que está matando sin un patrón concreto, ya no son solo mujeres, también mata hombres, y lo hace en cualquier lugar, a cualquier hora del día.

Todo el pueblo está aterrado, no dejan salir a los niños a jugar en las calles, las cuales siempre han rebosado de vida por todas las esquinas, y ahora parecen igual de muertas que todas esas personas inocentes.

Kieran asegura que no es él, y lo creo, sé cuándo es él y cuando no, puesto que tiene un patrón muy preciso y establecido.

Me siento culpable por la chica que asesinó hace unos días, si yo no me hubiese marchado de la casa, lo más probable es que ella siguiese viva. Sin embargo, la situación es complicada, ya que en el caso de haber permanecido allí, los muertos podríamos ser nosotros.

Todo es una mierda.

—¿Te apetece quedar esta noche? —Me pregunta Froy desde el otro lado del teléfono.

Paseo por la casa mientras hablo con él, quitándome la ropa para darme una ducha caliente dado que hoy ha amanecido un día frío y lluvioso, de esos en los que la niebla baja desde las montañas prácticamente hasta el pueblo.

—Lo siento, pero hoy iré a cenar con mi familia, hace días que no veo a mi tío y mis primos, y me ha llamado para pedirme que fuese a pasar un rato con ellos.

—De acuerdo, ¿mañana entonces?

—Bueno, te llamaré para confirmártelo, ¿de acuerdo?

—Claro.

—Te dejo, voy a darme una ducha.

—Qué pena no poder estar ahí para acompañarte —habla con voz seductora, aunque el efecto que produce en mí es prácticamente inexistente. No me mueve ni un pelo de la cabeza.

Froy es un chico guapo, agradable, divertido y respetuoso, pero no es Kieran. Así de simple. Probablemente me iría mucho mejor con él, mi vida sería más sencilla y toda esta mierda terminaría, pero el ser humano está hecho para complicar las cosas, para desear justamente lo que menos le conviene. Mi caso no iba a ser diferente.

Me bajo de la camioneta cuando llegamos a casa, mi tío ha venido a recogerme y lo cierto es que echaba de menos estar aquí

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Me bajo de la camioneta cuando llegamos a casa, mi tío ha venido a recogerme y lo cierto es que echaba de menos estar aquí. En el pueblo, a pesar de estar rodeada de gente, me siento más sola que nunca.

—¡Dichosos los ojos! —exclama Frank antes de darme un abrazo.

—Yo también me alegro de veros. —Río y saludo a Charles, quien imita el gesto de su hermano—. Hola, Kieran.

Cazador [COMPLETA] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora