Fools

37.

Aquella noche Daniel tuvo a Alejandro debajo y encima suyo, lo tuvo montandolo de frente y dándole la espalda, en el sillón, en la cama,aquella noche parecía que se había dado a conocer cuanto realmente se necesitaban el uno al otro, o tan solo satisfacer mas que nada la tensión sexual que se tenían.

Era ya de día, y la cama y habitación tenían un ambiente  cálido, entre las cobijas los dos cuerpos que emanaban calor de ambos chicos, comenzaba a despertarlos de apoco, y es que, bueno, había amanecido ya, ¿que pasaría? no lo sabrían con certeza, pero de lo que estaban seguros es que la sensación era mas que deliciosa.

Alejandro de a poco comenzó a abrir los ojos encontrándose frente a el con el rostro de Daniel que tenia la boca abierta y un pequeño hilo de saliva colgando de este. Tan solo rió ante la imagen, fue ahí cuando se dio cuenta que no traía nada de ropa, tan solo envuelto en la sabana, y la vergüenza comenzó a subirle a las mejillas, recordando lo que había pasado anoche, tan solo sonriendo con mucha mas vergüenza. Nunca en su vida se había imaginado estar en semejante situación como la que había pasado anoche.

Sintió como el cuerpo de quien estaba a su lado, también se removía y con una respiración profunda , vio como este abría de apoco los ojos, aun tratando de acostumbrarse  ala claridad, encontrándose con los ojos expectantes de Alejandro.

-Buenos días.- dijo en un susurro audible.

Alejandro cambio su posición, poniéndose de nuevo, otra vez para quedar frente a frente.

-¿Como amaneciste?

-Con un terrible dolor de cadera, anoche si que te pusiste mas rudo luego de la segunda ronda.

-Lo siento, pero no me podía resistir, no si eres tu.

Alejandro se limitó a sonreirle, apegándose mas hacia su acompañante,. abrazándolo, importándole muy poco el estar sin ropa, y la vergüenza que sentía hace unos minutos.

se quedaron así por unos minutos, sin decirse nada, y trasmitiéndose el calor corporal uno al otro.

Aquella tranquilidad estaba intacta, hasta que sonó un celular, era el de Daniel, tan solo tanteó, hasta encontrarlo, la llamada era de Talia.

¿Debería contestarle?