Fools

14.

-Muy bien chicos, bañan a asearse que apagaremos las luces en 10 minutos para que vayan a dormir. 

Todos subieron corriendo a cepillarse los dientes, o lavarse la cara, otros simplemente fueron a colocarse la pijama y encerrarse de una vez, 10 minutos era muy poco, al menos para las mujeres que una que otra tenia que seguir alguna rutina de belleza nocturna, pero para los chicos no. Daniel fue directo a su habitación a sacar su cepillo de dientes , caminó por el pasillo hasta que paró en la puerta de Alejandro quien estaba cambiándose la parte superior de su cuerpo con toda la puerta abierta, Daniel quedó ahí parado viéndolo hasta que terminase de vestirse.

Alejandro sintió que alguien lo observaba, tuvo una idea de quien podría ser, y sus sospechas fueron ciertas hasta que volteó a ver a Daniel que estaba ahí en el umbral viéndolo mientras con una mano cepillaba sus dientes.

-¿Admirando el espectáculo?.- dijo burlonamente Alejandro , a lo que Daniel tan solo negó varias veces.

-Figue en fie lo de hoy nofche.- dijo con el cepillo y la espuma aun su boca.

-Claro, te esperaré aquí mas noche.- Alejandro se acercó un poco mas a él.- se silencioso cuando llegues.- le guiña un ojo.

Otra vez ese coqueteo, Daniel agradecía tener la boca llena para no terminar soltando alguna mueca de que estaba nervioso. Tan solo lo vio una ultima vez hasta que se retiro de la puerta, yendo a los baños.

-¡Muy bien chicos, que descansen, por favor nadie se pasee en las noches por los pasillos, los estaré escuchando!

Todo se hizo negro, para ser una casa grande en medio del monte, con la única iluminación de afuera, era demasiado oscuro, muy oscuro, no se podía ver nada en lo absoluto, y Daniel se estaba replanteando si debería ir en esa oscuridad al cuarto de Alejandro, pero si no iba, ¿que diría su amigo? ¿que era un gallina? ¿que le aterraba esa oscuridad? ¿o las probabilidades nulas de que le aparezca un fantasma le causaban terror?

-Tengo que ir.- se dijo a si mismo, así que con una linterna pequeña abrió despacio su puerta, tratando de que no rechinara, y aventarse a la oscuridad de la noche y del pasillo. 

Daniel se estaba muriendo de miedo.