Capítulo 1

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Hacía tres años que no veía a mis amigos de toda la vida y una oleada de sentimientos me invadía. Un miedo irracional se apoderó de mí, no sabía exactamente que era lo que les iba a contar ni que era lo que se esperaba de mí. Por otro lado un sentimiento de vergüenza me envolvía, por mucho que les conociese de toda la vida, había pasado mucho tiempo desde la última vez que les vi y probablemente habrían cambiado. Finalmente un sentimiento de nostalgia apareció, porque sí, les había echado muchísimo de menos.
Me vestí y me miré en el espejo de mi habitación por última vez antes de salir de mi apartamento. Caminé despacio, tratando nuevamente de ordenar mis pensamientos y como tantas otras veces antes, no logré llegar a ninguna conclusión que me convenciese. Absorta en mis pensamientos llegué a la puerta del bar en el que se suponía que iban a estar todos. Estúpido Miki, si no fuese por él y por su "tengo una gran notícia que daros" probablemente yo no estaría así, estaticamente quieta en la entrada de un bar, pero sonó bastante convincente al otro lado del teléfono y una parte de mi mente vio una oportunidad increíble para integrarme de nuevo en el grupo. Yo y mis magníficas ideas. Sopesé varias veces la posibilidad de salir corriendo de allí y llamarles poniendo alguna excusa pero no era capaz de mover mis pies. Me estaba comportando como una cría estupida incapaz de hacer frente a las situaciones de la vida. Sacudí fuertemente la cabeza, como si así pudiese desprenderme de todos los pensamientos que rondaban por mi cabeza y con una valentía impropia en mí, me adentré en el bar suspirando por última vez. Avancé por aquel amplio pasillo y entre las cabezas de la gente, al final del bar los vi. Juro que por unas milésimas de segundo mi corazón se había parado y ahora más que nunca sentía unas ganas tremendas de salir corriendo de allí, pero la mirada de Dave clavada en mis ojos me hizo ver que esa posibilidad estaba totalmente fuera de lo posible. Me acerqué lentamente, titubeante, hacía la enorme mesa, al parecer había sido la última en llegar pues noté como 15 cabezas se giraban al mismo tiempo mirandome sorprendidos, fue en ese preciso instante en el descubrí que Miki no les había contado que yo iba a ir y yo mucho menos se lo había contado a nadie. El único que no parecía sorprendido fue Dave ya que fue el primero en levantarse y darme un sonoro beso en la mejilla.

-Algo me decía que ibas a venir esta noche-dijo ofreciéndome una silla a su lado. Me senté sin hacer nada más que sonreirle y por supuesto no sin antes dedicarle una mirada asesina a Miki que pareció entenderla al instante y se puso a reir ante la sorpresa de su novia, Elena. Una vez sentada mi pierna no podía parar de moverse arriba y abajo en un movimiento rápido y corto, no por lo que Miki iba a contarnos sino por mi incapacidad para sostenerle la mirada a nadie por más de tres segundos.

-¿Has venido andando?- preguntó de repente Dave obligándome a sostenerle la mirada.
-Sí.- Respondí casi en un susurro. ¿Que coño me pasaba? Joder, era Dave, él siempre había estado para mi y hubo una temporada en la que apenas tomaba una decisión sin consultárselo antes. Él pareció leer en mi mirada todo los pensamientos que corrían por mi mente, era algo que siempre había sabido hacer en mí, leerme, y me tomó fuertemente la mano mientras sonreía. -Lo siento Dave, es que estoy un poco nerviosa, hacía mucho que no os veía, y tengo tanto que contaros...
-Hey Julita, no pasa absolutamente nada, estás aquí, el resto ha dejado de importarme desde que te he visto llegar.- Que utilice el apodo de 'Julita' como cuando estabamos en el instituto me tranquiliza y por primera vez desde que estoy allí me siento como en casa.
-Bueno, principalmente quiero daros las gracias a todos por venir, en especial a Julia que andaba en paradero desconocido- Juro que lo voy a matar sin ningún tipo de cargo de conciencia.- Como ya sabréis este fin de samana iremos a la casa de campo de mis padres-¿Cómo que iremos todos a su casa de campo?, debía haberlo intuido, esto era una puta encerrona para ir a la maldita casa de campo, Miki sabía que por teléfono iba a negarme en rotundo pero que en persona y con la ayuda del insistente de Dave me iba a resultar imposible negarme. Genial, fin de semana en la casa de campo de Miki.- Y allí podremos celebrar por fin...... ¡ Que me casó!- soltó de repente, como si casarse a los 22 años fuese para el lo más normal del mundo. Se hizo un silencio extraño que solo se rompía por el barullo que estaban formando el resto de personas en aquel bar.
-Pues me parece una idea cojonuda, me alegro muchísimo por vosotros chicos- María fue la primera en hablar, siempre había tenido un don para deshacer todos los momentos incómodos y transformarlos en graciosas anécdotas. Fueron escasos segundos de silencio tras los que todos felicitaron a Miki y le trasmitieron sus más sinceras enhorabuenas. Abracé fuertemente a Miki en un abrazo correspondido.
-Lo siento mucho por la vergüenza que te haya hecho pasar pero necesitaba que estuvieses aquí esta noche.- parecía sincero, Miki siempre lo era y su poder de reconfortar a las personas era una cualidad que me encantaba de él.
La noche transcurrió con suma rapidez y cuando quise darme cuenta ya había tomado más cervezas de las que debería, el calor había empezado a hacer mella en mí y tuve que salir del bar antes de que mis mejillas empezasen a arder. Me encontré tentada por un segundo a encencerme un cigarrillo pero olvidé esa idea al instante, hacía mucho tiempo que no probaba un cigarro y solo lo hacía en ocasiones en las que me resultaba imposible manejar la situación y necesitaba una válvula de escape. Noté como una mano se posaba sobre mi hombro y me giré algo sobresaltada pero mi respiración se tranquilizó al ver que se trataba de Carlos.
-Te vas a quedar helada- dijo mientras frotaba sus brazos en un vano intento por calentarlos.- Asi que tres añitos después, Julia Medina se digna a aparecer de nuevo en nuestras vidas...- Sí, en sus palabras había cierto resquemor. No podía culparle, tenía toda la razón, me había marchado y ni siquiera había vuelto a hacer una mísera visita. En los últimos años antes de irme a Londres a terminar la carrera Dave, Carlos y yo nos habíamos vuelto inseparables, les necesitaba en mi vida para todo, con ellos nunca sentía miedo de estar siendo juzgada. Al recordar todo aquello me sentí horriblemente mal por todo lo que les había hecho, a los 15 en general pero a Dave y a Carlos en particular. Agaché la mirada, preparada para ser sermoneada por él- Hey Julia, no pasa nada, entendí tus motivos, aunque no los compartiese, de irte pero ahora estás aquí, has vuelto a retomar tu vida de antes, y en esa vida estaba yo, ¿Verdad?- Levantó mi cabeza obligándome a mirarle. Desde que había llegado no me había fijado en él en toda la noche, Carlos ya no era aquel tipo alto y delagado que yo conocía, aún siendo invierno y con un jersey puesto pude notar como su cuerpo había cogido forma y sus rizos indomables se habían vuelto un corte de pelo que le sentaba mucho más que bien. Al mirarle recordé la profundidad de los ojos marrones de Carlos y esa extraña risa torcida suya que dejaban entrever unos preciosos dientes blancos. Sí, totalmente la vida se había portado extraordinariamente bien con Carlos.
-Gracias, te he echado mucho de menos- Fue lo único que alcancé a decir antes de abrazarlo con la leve esperanza de sentir como esos brazos me reconfortaban de nuevo, como si en ese abrazo todas las piezas de mi vida encajasen otra vez y todo recobrase su sentido. Así fue. Me rodeó con sus brazos y comprendí que físicamente habría cambiado pero sus abrazos seguían siendo un refugio para mí. Al separarnos fue el momento exacto en el que empecé a notar el frío de aquella noche de enero. Se encendió un cigarro y tratamos vagamente de ponernos al día sobre nuestras vidas, tenía tanto que preguntarle. A lo lejos vi como una mujer rubia, alta con unos tacones de escándalo y una cara preciosa se acercaba cada vez más a nosotros. Una vez que estuvo frente a nosotros vi como se inclinaba y dejaba un suave beso sobre los labios de Carlos.
-¿Nos vamos?- preguntó ella aún colgada de su cuello.
-Sí. - Dijo él, sacando las llaves de su coche y dándoselas a aquella rubia de la cuál aún no sabía su nombre. Ella cogió las llaves al vuelo y dándole de nuevo un beso se alejó un poco de nosotros- Diles a los demás que me he tenido que ir, que mañana les llamo y que organizaremos el viaje a la casa de campo.- Mierda, se me había olvidado esa estúpida idea de ir todos a la casa de campo de Miki.- Por cierto, yo también te he echado mucho de menos- Dijo antes de revolverme el pelo y alejarse agarrando de la cintura a aquella rubia que ni siquiera me había presentado.
Carlos había tenido suerte en la vida y yo me alegraba profundamente por él, era lo que merecía.
Volví a meterme en las profundidades del bar, esta vez mucho más tranquila que la primera vez, pues sabía que Carlos y Dave seguían siendo mi válvula de escape.

Aún sin saber si lo que escribo gustará o estará a la altura de lo que espera la persona que lee esta historia, me aventuro a unir mis ideas más descabelladas con el fin de construir algo bonito, entretenido y que nos deje a todos con ganas de más.

Limbo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora