Capítulo 4

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No sé exactamente que fue lo que me despertó, lo único que sé con certeza es que un dolor agudo e intenso había penetrado en mi cabeza y la sensación era parecida a que alguien estuviese estrujando mi cerebro. Con los ojos aún entrecerrados miré a mi alrededor en busca de Dave, pero no había ni rastro de este. Dudé por un instante haberlo soñado todo pero la almohada de Dave seguía allí y aún olía a él. Me incorporé lentamente en la cama y descubrí que me encontraba sola en aquella habitación. Solo había dos camas de matrimonio, en una dormian Marilia y Noelia y en otra hasta esa noche, solo yo. Me calzé y tras echarme un vistazo rápido en el espejo del baño bajé las escaleras para reunirme con todos en la cocina. Si creía que mi cara estaba horrible de resaca, la del resto de mis compañeros era absolutamente deplorable.

—...Y he tenido que dormir en la cama de Julia.— Vaya, yo haciendo mi aparición estelar justo en el preciso instante en el cuál Dave estaba sermoneando a un Carlos al cuál poco parecía importarle lo que su amigo le estaba diciendo.

—Buenos días.— Dije algo avergonzada por la situación aunque verdaderamente no tuviese motivos para sentirme de tal manera.

—Buenos días.— Carlos fue el primero en contestar, mirándome fijamente.— dice Dave que ha tenido que dormir contigo por mi culpa pero yo estoy seguro de que a ti no te ha molestado, ¿Verdad?.— se acercó a mi sentándose justo a mi lado, en frente de Dave, quién le miró con cara enfadada.

—¿No tendrás los santos huevos de meter a Julia de por medio e ultilizarla de escudo para hacer y deshacer todo lo que te viene en gana, no?— Nunca había visto a Dave tan enfadado. Siempre había sido una persona con muchísima paciencia y o en tres años la había perdido toda o verdaderamente lo que estaba haciendo Carlos le sobrepasaba.

—Conocí una chica en la discoteca, me gustó, nos enrollamos y decidimos terminar la fiesta en mi casa, ¿Cuál es el problema Dave?.— Carlos se expresaba con absoluta normalidad como si Dave fuese un niño pequeño al cuál había que explicarle las cosas despacito para que las entiendiese.

—Joder Carlos, pues que esta ni es tu casa ni estás solo en la habitación.— Dave estaba apunto de meterle un puñetazo a Carlos en toda la cara y yo desde luego no iba a impedirselo.

—Ya te he pedido perdón Dave, no sé que más quieres que haga, sinceramente.— Carlos seguía comido lo que parecía un trozo de pan, al parecer la reprimenda de su amigo no habia cortado su mordaz apetito. Dave salió de la cocina sin querer seguir discutiendo con Carlos, sabía que era una batalla perdida y no estaba dispuesto a seguir malgastando su tiempo con él. Le seguí varios metros por el pasillo hasta que pude alcanzale.

—Puedo intuir por tu cara que no es la primera vez que le cantas las cuarenta.— Si quería saber más sobre lo que pasaba entre ellos dos, solo había una manera, preguntando.

—Ese cabronazo siempre se sale con la suya.— en sus palabras no había odio ni tampoco rencor, pero si pude ver algo de decepción.— Carlos es guapo y él lo sabe. Gusta a las chicas y a él le encanta gustar. No voy a juzgarle por ello pero me gustaría no ser un daño colateral de su vida alocada.

—Pero, antes de irme, él no era así, ¿Verdad?

—Hay tantas cosas que no están tal y como tú las dejaste...— eso fue lo último que dijo antes de subir las ecaleras y desparecer en su habitación. Volví a la cocina pero esta vez Carlos ya no estaba.

—Julia, hemos decidido que hoy comeremos todos en el jardín, ¿me ayudas a preparar la mesa?.— Una alegre Marilia se acercó a mi con una pila de platos en la mano. Asentí con la cabeza y salimos al exterior a preparar la mesa para la comida.— Veo que ya te has enterado del drama entre Carlos y Dave.— dijo ella sin apartar la vista de la mesa mientras colocaba cuidadosamente el mantel.— Se pasan la vida así, al principio cuando vivían juntos los dos tenían la misma mentalidad, la tía de hoy es el recuerdo del mañana, pero conforme pasó el tiempo Dave cambió y asentó un poco la cabeza, sabía que no podía seguir viviendo con Carlos si quería seguir su idea de asentar la cabeza, asique se mudó y dejó que Carlos continuase con el legado.— Vale, si ya me resultaba trabajoso imaginarme a Carlos como un mujeriego aún teniendo pruebas visuales de ello, imaginarme a un Dave totalmente pasota me resultaba imposible. Tras las palabras de Marilia pude entender un poco más a Dave. Había huido de una casa en la cuál su compañero de piso no paraba de salir de fiesta y traer a casa tías que apenas conocía, para poder reordenar y reconducir su vida como para que ahora, que ya no viven juntos tenga que soportar también a los ligues de Carlos gimiendo de placer al otro lado de la pared. A la hora de comer Miki nos explicó como quería que se organizase todo el día de su boda y nombró a Joan como uno de sus ayudantes. Joan era un chico tranquilo y tímido y al igual que Carlos el también había dado un cambio físico espectacular. Tenía unos brazos fuertes y una mandíbula exageradamente marcada. Definitivamente la naturaleza se había protado con ellos de una manera extraordinaria.

Esa misma tarde pusimos rumbo a Madrid de nuevo. Miki nos había contado que pretendía casarse ese mismo verano. La noticia de que Miki iba a casarse poco a poco dejaba de sorprenderme y había comenzado a agradarme la idea. Verle feliz con alguien, compartiendo su vida era todo a lo que aspiraba yo en la mía. Cuando Dave aparcó su coche en frente de mi casa después de haber dejado a Marilia, Noelia y Carlos en sus respectivas casas un nerviosismo repentino me inundó. Con la escapada a la casa de campo de Miki todo había sido tremendamente sencillo, relacionarme con el resto de mis compañeros no me había costado pero, ¿Cuál sería el próximo paso? Dave agarró mi mano sacándome bruscamente de mis pensamientos.

—Yo trabajo por las mañanas pero si quieres podríamos quedar una tarde de estas a tomar un café.— Las palabras de Dave me reconfortaron e instintivamente le abracé sintiéndome completa de nuevo.

—Gracias Dave. Te prometo que te llamaré un día de estos y me pones al día.— Le di un beso en la mejilla y tras coger mi maleta vi como se alejaba.
Subí las escaleras de mi edificio pensando en todos los cambios que había experimentado en mi vida en las ultimas 48 horas. Miki iba a casarse, Carlos se había convertido en el típico chulo al que no le importa nadie, la mayoría de ellos habían terminado sus estudios y estaban trabajando, a gran parte de ellos les había ido muy bien. Reparé en mi vida por unos instantes, ¿Qué era lo que tenía yo? Había terminado mis estudios en la universidad de Londres y había vuelto a Madrid con la intención de hacer un máster mientras compaginaba mi trabajo social en un centro no muy lejos de mi apartamento. Hasta ese fin de semana creía que tenía todo atado en mi vida, que todo me iba "bien". Me derrumbé sobre el sofá de mi casa nada más llegar. Había sido un fin de semana diferente, no había duda de ello, aún no tenía muy claro como iba a encajar a esas 15 personas en mi vida, lo único de lo cuál estaba completamente segura era de que no volvería a perderlas.

Soy plenamente consciente de que la lentitud con la que se desarrollan los hechos muchas veces es exasperante, yo también soy lectora. Pero me encantaría a parte de contaros la historia de estos dos, haceros participes de la historia de los otros 15, pues serán, sin quererlo, muy influyentes. ❤

Limbo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora