Capítulo 45

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*Narrador en tercera persona*

¿Alguna vez habéis pensado como sería vuestra vida si no hubiérais tomado las decisiones que tomasteís?

¿Si esa noche de fiesta te hubieras quedado en casa en vez de salir y te hubieras ahorrado esa pelea?

¿Si nunca te hubieras quedado dormido y hubieras llegado a tiempo a clase?

¿Si no hubieras dejado marchar esa persona que era tan especial en tu vida?

Julia sí. Lo hizo. Lo hizo durante mucho tiempo.

Cuando vio aquél resultado en la pantallas, claro, nítido, casi insultante, Julia no pudo evitar pensar que hubiera pasado si el resultado hubiera sido otro. Por un momento, al verlo, Julia proyectó toda su vida a partir de ese momento. Un barrido de imágenes corrían por su cabeza, rápido, mostrándole el futuro.

Antes de mirarlo pensó:

Si el resultado fuera positivo, Julia se habría llevado las manos a la boca, tratando de controlar el grito ahogado que saldría de su garganta. Se habría llevado las manos al vientre, instintivamente y hubiera evitado mirar a Carlos.

Carlos vería el rostro de la chica y por su semblante hubiera adivinado qué era lo que ponía en la pantalla. Se hubiera dejado caer sobre una silla y hubiera tratado de encontrar las palabras que en ese momento le era imposible hilar.

Probablemente ese día ninguno de los dos dijera nada. Mirarían esperanzados la pantalla de aquel cacharro una y otra vez como si el resultado fuera a cambiar de un momento a otro.

Se habría hecho de noche y Julia habría salido del apartamento de Carlos. El chico la habría acompañado a casa mientras en sus manos se desbordaban las palabras que quería decir pero callaba. Julia se habría despedido de él, aún aturdida por la noticia, queriendo asimilar pero sin poder digerir la situación.

Esa noche ninguno de los dos habría dormido. Mirarían el móvil una y otra vez esperando que en la pantalla apareciera el nombre del otro. Esperando las palabras de aliento para tanta desazón. Ninguno de los dos llamaría al otro.

Los días pasarían y Julia empezaría a asimilar que aquello era un hecho, que no podía cambiarlo pero que el hecho sí iba a cambiarla a ella.

Seguramente Dave la habría calmado la primera noche y probablemente la segunda y la tercera también.

También habría calmado a Carlos que era al moreno a quién llamaría preguntando por Julia, queriendo darle espacio, sin presionar. Sin saber que entre la morena y él ya había suficiente espacio, el mar atlántico había entre ellos.

Las primeras semanas serían duras para Julia. Tenía que pensar como iba a exteriorizar todo aquello. ¿Como iba a contarle a sus padres, que siempre habían tenido a su hija como referente de responsabilidad, que se había quedado embarazada?

Lo más seguro era que hubiera esperado un par de meses para contárselo a sus padres. Necesitaba una evidencia, una obviedad de que aquello era una hecho y no se trataba de un error.

Carlos la habría llamado, algún día, preguntando por ella. Queriendo saber. Queriendo estar. Queriéndola.

Julia le habría abierto las puertas, dejando que el chico se involucrara en la medida que él deseara. Sin forzarle a estar pero sin borrarle de su vida.

En la primera visita al médico las esperanzas de Julia serían que todo fuera bien. Que él o ella estuviera bien. Carlos se habría sentado a su lado en la sala de espera, queriendo agarrar la mano de Julia, transmitiéndole la paz que él no tenía.

Limbo de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora