•- Capítulo 5

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James observaba con el ceño fruncido a la chica que escuchaba atentamente una de las seguramente aburridas explicaciones de Visión

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James observaba con el ceño fruncido a la chica que escuchaba atentamente una de las seguramente aburridas explicaciones de Visión. En este tiempo había notado de más lo curiosa que ella podía llegar a ser, pero a la vez era inteligente y le gustaba tener largas conversaciones con ella.

— Muévete. —exigió el moreno cuando llegó con él.

Bucky bufó y cruzó los brazos dándole al recién llegado una de sus miradas poco amistosas.

— No.

A Sam le importó muy poco su respuesta y usó ambos brazos para empujar al soldado y lograr hacerlo a un lado. Su mirada viajaba de James a Leah y viceversa, molestarlo era su nuevo hobby favorito y no perdería una buena oportunidad.

— Estás perdido, amigo. Es bonita, debo admitirlo.

— ¿Qué? —murmuró confundido. Al entender que se refería a la chica, abrió de más sus ojos— No, yo no la veo de esa forma.

— Tranquilo amigo, no es un crimen.

— Pero es que yo no...

El moreno pasó su brazo por los hombros del soldado y comenzó a explicarle, según él, sus mejores tácticas para conquistar a una chica.

Leah reía al ver desde la barra de la cocina como Sam zarandeaba a Bucky con su característico entusiasmo. No alcanzaba a escuchar de qué hablaban pero la expresión de incomodidad de Bucky valía oro.
Pietro estaba furioso, no sólo porque en los diez minutos que llevaba ahí ella ni siquiera había notado su presencia, también porque sus ojos no se despegaban de Barnes ni un sólo momento.

— Si lo sigues viendo de esa forma puedes quedarte ciega. —alegó dándole una mordida a su sándwich.

Leah se aclaró la garganta y se giró, buscando una bebida en el refrigerador.

— ¿Ver a quien? —preguntó sin querer darle demasiada importancia al tema.

— No te hagas, desde que llegó no te despegas de él. Empiezo a creer que te gustan los ancianos.

— No me gusta Barnes. —aclaró.

— ¿Entonces por qué lo ayudas tanto?

— Pietro, él ha pasado por mucho. Sólo quiere empezar de nuevo.

El sokoviano no pudo evitar rodar los ojos. Las palabras se atoraron en su garganta al recordar las palabras que su hermana le había dicho la noche anterior: No interfieras. Palabras que podían abarcar mucho; tanto no entrar en el corazón de Leah por la fuerza, o tratar de no romperle la cara al soldado.

•—•—•—•

Wanda iba saliendo de la sala de entrenamientos justo cuando Leah estaba a punto de entrar.

1 | STAY (BUCKY BARNES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora