¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Su mejor escuadrón de muerte. —finalizó Bucky.
— ¿Son cómo tú?
— Peor.
— ¿El doctor los puede controlar? —preguntó otra vez Steve.
— Lo suficiente. —afirmó.
— Dijo que quería ver caer un imperio.
— Con ellos puede hacerlo. Hablan 30 idiomas, pueden pasar desapercibidos, infiltrarse, asesinar, desestabilizar. —explicó— Pueden derribar un país en una noche y nunca los verías venir.
Sam suspiro y cruzó los brazos acercándose hacía Steve.
— Esto habría sido más útil hace una semana.
— Si se lo decimos a Tony...
— No nos va a creer.
— Si lo hiciera...
— Eso no va a pasar. —intervino Leah. Ser discretos era algo que no se les daba bien— Intentó hacer que firmara, así que no se pondrá de nuestro lado.
— Entonces estamos solos. —concluyó el rubio.
— ¿Qué hay de Bruce? —preguntó la chica. Le parecía raro que nadie lo estuviera tomando en cuenta— ¿Thor?
Sam miró incrédulo al capitán, el cual rascaba su nuca con nerviosismo. Tal vez debió decirle esto desde que fue a buscarla, ahora tendría que hacer frente a los reclamos provenientes de la chica.
— ¿No le dijiste?
— ¿Decirme qué? —cuestionó poniéndose de pie. Bucky siguió con la mirada como se cruzaba de brazos frente a su amigo. Rió ligeramente. Era pequeña, con aspecto nada intimidante, y aún así le tenían miedo... incluso él a veces.
— Bruce está desaparecido. —respondió Sam al ver que Steve no tenía intenciones de hacerlo.
Leah pestañeó algunas veces apenas asimilando tal noticia. Ahora no sólo estaba inquieta por lo que les esperaba, sino también por su amigo. Le costaba imaginárselo lejos, solo, y seguramente metido en problemas.
— Te fuiste mucho tiempo. —dijo Steve. La tormenta se aproximaba, lo supo cuando vio su rostro enrojecer.
— ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Y tú! —reclamó señalando a Sam esta vez— ¿Qué nadie ha hecho algo por encontrarlo? Fury podría buscarlo...
— Ya lo intentamos, Leah. Sólo es cuestión de tiempo.
Ella negó con la cabeza y dejó salir todo el aire que se había albergado en sus pulmones cuando comenzó a hablar tan apresurada. Todo estaba mal.
— Estamos jodidos.
Steve no tuvo ánimos suficientes para reprenderla por su lenguaje. En primera porque ya era un caso perdido, y en segunda porque tenían demasiadas cosas por las cuales preocuparse.
