•- Capítulo 3

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Después de unos días Bucky estaba más que acostumbrado a la presencia de la chica, e incluso podía llegar a considerarla agradable.

— ¿The Beatles? —alzó la ceja, teniendo en sus manos el disco de vinilo con cuatro hombres en la portada— ¿Quiénes son?

— Te has perdido de muchas cosas, soldado.

— Digamos que cuando te convierten en un asesino no tienes mucho tiempo de escuchar música.

A Leah no le gustaba cuando Bucky hablaba de su pasado como el Soldado del Invierno porque su ánimo siempre cambiaba considerablemente al recordar todas esas atrocidades que le habían ordenado hacer.

— Tengo un tocadiscos en mi habitación. —cambio de tema sutilmente— Lo traeré, así podrás escuchar los discos que quieras. Mi colección es bastante amplia.

— ¿De verdad? —preguntó divertido.

— Tengo buenos gustos, ¿sabes? A Steve le gustaron mucho.

De pronto la curiosidad lo envolvió.

— Steve y tú...

— Somos amigos. Siempre está salvándome cuando estoy en problemas.

Él asintió sintiéndose satisfecho con esa respuesta.

— ¿Qué poderes tienes? —indagó.

— ¿Cómo sabes que tengo poderes?

Bucky alzó los hombros.

— Bueno...se llama criogénesis. Puedo general hielo o congelar objetos y esas cosas. —con sus dedos emanó un ligero vapor helado, como una ventisca.

— Eres una alterada. —afirmó.

— Creo que algunas personas estamos destinadas a convertirnos en experimentos. Pero tenemos mucho tiempo para contarte mi vida.

•—•—•—•

Veía a todos andar a su alrededor sin escuchar absolutamente nada más que la música proveniente de sus audífonos.
Minutos antes había escuchado a Tony informarles que Steve, Sam y Natasha habían teñido ciertas complicaciones en la misión, por lo que tardarían unos días más en volver. Después de eso había perdido todo el interés en la conversación.

Estaba cansada. Los últimos días los había pasado con Bucky asegurándose de que no escapara.
Su atención se centró en Wanda, quien hablaba con Tony, o más bien, sólo estaba atenta a lo que él decía. Algo le decía que no era una charla común y corriente, si no indicaciones. Lo supo cuando Wanda asintió y se encaminó al elevador.

Los audífonos cayeron de golpe al sofá.

— Hey, Wanda. ¿A dónde vas? —indagó queriendo sonar lo más normal posible.

— Tony me mando a buscar algo al laboratorio de abajo. —respondió señalando el elevador.

Diablos.

— Yo puedo ir si quieres. —se ofreció de inmediato— Sé donde está prácticamente todo.

Pero a Tony no se le escapaba nada.
Recargó su espalda en el umbral de la puerta que llevaba a la cocina y cruzó los brazos.

— ¿Desde cuándo conoces tan bien el laboratorio? —cuestionó alzando una ceja.

— Paso mucho tiempo ahí.

Claro que después de días cuidando a un hombre inconsciente sin tener nada que hacer más que recorrer la habitación, obviamente sabía dónde estaba todo.

— Es cierto, últimamente no sale de ahí en horas. —se unió Pietro haciendo que Tony quisiera saber más.

— ¿Es que acaso me vigilas?

— Tienes toda mi atención, printsessa. —respondió el sokoviano con un guiño.

Leah frunció el ceño y volvió a dirigir su mirada a Stark.

— Sólo dime qué quieres, yo iré por el.

Caminaba a pasos duros y firmes mientras negaba e iba soltando maldiciones a lo largo del pasillo.
Todo por unas tontas notas en una libreta que había dejado Bruce, Wanda pudo descubrir a su fugitivo.

Entró a la habitación y cerró la puerta detrás de ella.
Bucky estaba dormido, lo cual agradeció. Con la libreta en mano se dispuso a salir, no sin antes acercarse a la camilla para admirar con calma al soldado.
Lucia tan tranquilo, como si nada pudiera interrumpir su sueño en ese momento.
Con delicadeza apartó unos mechones que caían por su rostro y limpio su frente donde se hallaban unas cuantas gotas de sudor.

No podía evitar la curiosidad que ese hombre despertaba en ella. Sentía una gran necesidad de ayudarlo y borrar todo el horror de su pasado.

Ayudarlo.

Rescatarlo.

Cual cachorro abandonado en una gran tormenta.

— Oh por dios. —se escuchó en la puerta.

Leah se alejó del soldado de un salto, ahora cómo explicaría semejante escena.

— E-esto no es lo que crees.

— No, es mucho peor. —habló Tony lo suficientemente fuerte como para que Bucky comenzara a moverse.

Leah se apresuró a sacar al millonario de la habitación antes de que pudiera despertarlo y todo se complicara aún más.

— ¿Qué está haciendo él ahí? —interrogó de inmediato.

— Steve iba a decírtelo.

— ¿Steve? ¡Sabía que Rogers tenía algo que ver en esto! ¿Pero tú?

La castaña bufó y se cruzó de brazos.

— ¿Fury sabe de esto?

— ¿Por qué debería saberlo?

— Espera a que lo sepa y estarás en serios problemas. —canturreó feliz, creyendo que tenía a la chica en sus manos— Ese hombre es un asesino y un fugitivo.

— Tal vez sea un fugitivo, pero ya no es el hombre del que escuchaste.

— ¿Cómo estás tan segura?

Ni siquiera ella sabía la respuesta.
Sólo sabía que algo en su interior le decía que confiara en él.

— Tony, confía en mí por favor. —pidió. No estaba acostumbrada a hablar en ese tono pero sentía que esta vez era importante. Si no lograba convencer a Stark, lo más probable era que se llevaran a Bucky y lo metieran en una fría y horrenda celda.

Tony frunció el ceño. Era un genio, si, pero no podía comprender porque está chiquilla insistía en ayudar a un hombre que apenas y conocía.

— ¿Qué necesitas?

Leah sonrió abiertamente, aunque sabía que esta ayuda de Tony no venía de gratis, sabía que encontraría una forma de cobrárselas.

— Que lo dejes quedarse.

1 | STAY (BUCKY BARNES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora