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Todo el equipo se dirigía apresurado hacía la misma dirección: el quinjet. Pero se detuvieron en seco cuando Visión apareció en el aire y lanzó un rayo hacia el suelo, impidiéndoles pasar.
— Capitán Rogers, se que cree que está haciendo lo correcto. Pero por el bien común, debe rendirse ahora. —advirtió el androide.
— ¿Qué hacemos Cap? —preguntó Leah, siendo consciente de que no sería nada bueno.
— Pelear.
El equipo liderado por el capitán comenzó a acercarse cada vez más dispuestos a enfrentarse.
— Tony, nos superan en número. —señaló Natasha— No podremos contra ellos.
— Entonces sólo queda una salida: atacar.
— Esto va a acabar mal.
Ambos equipos comenzaron a acercarse, aumentando cada vez más la velocidad. Leah y Wanda iban por aire al igual que Tony, Visión y Rhodes.
El primero en atacar a Leah fue Rhodey, haciéndola caer para que Natasha pudiera encargarse de ella.
— Leah, no hagas esto. —le pidió la pelirroja.
— ¿Por qué debería escucharte?
— Porque me preocupo por ustedes.
— ¿Ahora si? —ironizó— Cuando firmaste esos acuerdos no te importo.
La espía bufo exasperada. Leah a veces podía ser muy rencorosa, pero no tenía tiempo para esto ahora.
— Sé que te preocupas por Barnes. —dijo, sabiendo que con eso podría convencerla— ¿Quieres evitar que lo encierren? Ayúdame a detener esto entonces.
De un momento a otro, se vio envuelta en una bruma escarlata. Wanda lanzó lejos a Natasha haciendo chocar su espalda con el suelo.
— ¡Leah! —la llamó Sam, cuando se dio cuenta que T'Challa y Bucky estaban peleando.
Ella se alarmó y fue directamente hasta ellos. Sabía que si se descuidaba un minuto el rey wakandiano sería capaz de matar a James.
— Yo no mate a tu padre. —intentó convencerlo y al mismo tiempo deteniendo un ataque.
— ¿Entonces por qué huiste? —reclamó furioso.
Continuaron enfrentándose. Entonces T'Challa golpeó a James con tal fuerza que lo hizo chocar contra un camión. Leah llegó justo a tiempo, cuando las garras de la Pantera Negra estaban a punto de tocar la garganta de James. Lo sacó volando justo como lo había hecho antes con el niño araña.
—¿Estás bien? —le preguntó, revisando su cuello para asegurarse de que no había alcanzado a herirlo.
— Si, descuida. —Ella siempre lo salvaba en todas las formas posibles— Tenemos que irnos, Sam encontró el quinjet.
