•- Capítulo 8

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Cuando despertó la cabeza le dolía como los mil demonios. Maldijo mil veces a Clint, mil veces al alcohol asgardiano y otras mil a sí misma.
Se levantó de la cama con dificultad debido al mareo que aún sentía.

El reloj de su mesita de noche marcaba las 10:00 am y el espejo del tocador le mostraba su reflejo hecho un caos.
Después de darse una ducha y arreglarse para verse presentable salió de su habitación. Se encontró con Wanda a la mitad del corredor, esta solo la miró y abrió la boca para decir algo. Al final optó por no hacerlo y se adelantó, dejando a Leah confundida y rezando por no haber hecho algo realmente vergonzoso la noche anterior.

Los miembros del equipo se unieron a ella en la sala, sus expresiones burlonas no hacían más que confirmar lo que más temía.

— Cuando te dije que fueras directa, no me refería exactamente a eso. —Thor fue el primero en hablar, pero no con intención de burlarse.

— ¿Qué hice? —estaba frustrada de no poder recordar nada.

— Básicamente te le declaraste a Barnes. —soltó Stark sin darle vueltas al asunto.

Leah abrió sus ojos con horror y buscó a Steve. Él capitán la miraba con compasión pero a la vez divertido.

— Tú nunca me mentirías... ¿De verdad hice eso?

Steve se encogió de hombros y después de unos segundos asintió. Leah soltó un grito de frustración y se dejó caer sobre el sofá. Cubría su rostro con vergüenza al mismo tiempo que trataba de ignorar la risa de Tony.

— ¿Qué fue exactamente lo que dije? —preguntó sin cambiar de posición.

— Que era muy atractivo y que te encantaba. —le respondió Natasha enfatizando la última palabra.

— No olvides lo de Dios griego. —agregó Clint.

— Lo grabé todo por si quieres verlo.

— Tony, ahora no...

Los recuerdos golpearon su mente: ella bebiendo, Steve sosteniéndola y de pronto estar frente a James con sus rostros a una muy corta distancia. Volvió a gritar, esta vez cubriéndose con un cojín.

— Pero lo hiciste bien, si. Yo no lo habría hecho mejor. —se apresuró a decirle Thor con intención de animarla.

Las risas y los comentarios se detuvieron en seco, Leah descubrió su rostro preguntándose por qué dejaron de molestarla así de la nada. Y entonces  se encontró con James, iba entrando junto a Sam. Sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso en el momento que hicieron contacto visual.

James sonrió de forma tan natural al verla ahí. Quería hablar con ella, tenía tantas cosas que decirle... pero en cuanto lo vio salió corriendo a toda velocidad a su habitación o eso creía.

— Bueno, estos días serán muy entretenidos. —y el millonario se ganó una mala mirada por parte de la espía rusa.

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1 | STAY (BUCKY BARNES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora