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—No Kate, solo es un amigo.

—¿Y guardas su identidad? pues vaya amigo.

—Kate, ya te he dicho que en cuanto pueda... un momento. Oliver —le regaño—, no le des comida a Max.

—Pero es que me lo está pidiendo —se defiende.

—No quiero que enferme, así que no le des más.

—Es verdad, que tú hermano ahora vive contigo ¿Ves como no me cuentas nada?

Me gusta estar de nuevo bien con Kate. Es mi mejor amiga, la echaba tanto de menos... Liam y Kate me dan ese espacio que tanto necesito, con ellos puedo poner a parir a mis jefes. Sí, a todos y cada uno de ellos, aunque ahora solo tengo quejas con el impotente ser Dagger que en la oficina es un capullo estirado y esa lagarta de Elizabeth.

El fin de semana pasado fue atento, fue sumamente increíble, pero el lunes ya estaba de un humor de perros por que había pasado algo con Jane que no salió bien y a pesar de que el miércoles Jane lo había arreglado, hoy jueves ha estado peor que mal. Pasa a buscarme a las diez por que se ha quedado en la oficina arreglando unos asuntos en los que ha preferido que yo no me meta. Creo que tiene que ver de nuevo con la empresa de su padre.

—¿Puedes decirle a ese novio tuyo que suba? quiero hablar con él —dice Oliver mientras acabo de cenar con él.

—No —suelto una carcajada—. Ni de coña. Y no es mi novio —le recuerdo.

—Bueno, pues quiero hablar con el tío que se folla a mi hermana.

—¡Oliver! —le regaño y le tiro un trozo de pan que Max se ocupa en recoger del suelo.

—Además de que ese tío es mucho mayor que tu —lo ignoro—. Era una pregunta.

—Mal hecha —le sonrío cínicamente.

Mi teléfono suena sobre la mesa y veo el nombre de Erik. Pero antes de que pueda cogerlo Oliver lo hace por mi.

—Sube, quiero hablar contigo.

—¡Oliver! por el amor de Dios, devuélveme mi teléfono.

—Sí —sigue—. Bien.

Me lo entrega y Erik ya no está a la otra línea. Veo como Oliver abre la puerta y espera impaciente.

¡Pero que estrés!

Veo a mi medio alemán de hielo entrar y ponerse delante de Oliver. Pero ninguno de los dos teme al otro. En este caso, Erik tiene que temer a mi hermano.

—Erik, vámonos —suspiro.

—Tu hermano quería hablar conmigo —le mira—. Adelante.

Le hace pasar y yo exasperada voy a por algo de beber. Ambos son mas tercos que toda la humanidad junta, así que no servirá de nada negarme.

—¿Que intenciones tienes con mi hermana? —lo dice tan serio que siento vergüenza.

—Hay dios... —murmuro.

—Ninguna mala —dice serio Erik. Como si Oliver fuera mi padre o... ¡O yo que sé!

—Hace tiempo que os veis.

—Sí.

—Pero no sois novios.

—Eso es solo una etiqueta —dice Erik.

No, yo tampoco quiero ponernos etiquetas, no sé si quiero ser su novia, no sé si quiero ser algo serio con Erik...

—Pero no has respondido.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora