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—Tengo un mensaje para Amelia Clark ¿Quién de las dos es?

—¡Yo! —Gritamos a la vez Nika y yo.

—Soy yo —vuelvo a decir—, ella es Nika.

—Guapa, tu teléfono —le dice a Nika muy cerca de su cara. Nika coge el teléfono de su bolsillo y se lo entrega al lunático.

—No le hagas daño —suplica.

—¿Qué hay allí? —Señala la puerta.

—Un baño —contesto nerviosa.

—Ella no es una Dagger —gimotea Nika.

¿Es que no se da cuenta que es ella quién tiene una pistola en la sien?

—A callar, ahora métete allí —señala la puerta del baño— y llévate a ese perro rabioso.

—No —Nika intenta forcejear.

—¡Nika! Estás embarazada, por dios.

—Y no deberías haber estado aquí, voy ha hablar con ella un momento, así que no te preocupes, pero si gritas des de el baño, si alguna grita o pide ayuda, muere ¿Queda claro? —No nos da tiempo a responder, coge a Nika de la cabellera, me apunta con la pistola y me hace un gesto para que abra la puerta, mete de un empujón a Nika y como guinda, le da un golpe seco en la cabeza que la deja inconsciente y de una patada también empuja a Bree, luego cierra la puerta.

—Por favor —suplico mientras sigue apuntándome.

—Me han dicho que haga lo que quiera contigo.

Lleva una mano al pasamontañas y antes de que se lo quite me giro.

—Mírame.

—Por favor, no te he visto, no diremos nada.

—¡Mírame!

Lloro, aguanto el llanto y el sollozo de pánico, no quiero que a Nika se le ocurra salir.

Me giro pero sigo con los ojos cerrados. Noto como la pistola se pone delante de mis labios, presiona el cañón contra mis labios cerrados con fuerza.

—Abre la boca.

Abro la boca y el cañón entra. Sollozo, el miedo se apodera de todo mi cuerpo.

—Y ahora mírame o te juro que disparo.

Abro los ojos, este es el final, me deja mirarle, poder reconocerle, podré identificarlo ante la policía, describirlo.

Delante de mi está el hombre, tiene el pelo totalmente oscuro, los ojos marrones, miles de pecas cruzan su cara y tiene una cicatriz que le baja de la sien a la barbilla cruzando su mejilla.

Pero lo que más miedo me da es la pequeña cámara que tiene en el cuello de su camiseta ¿Va a grabar como me mata?

La pistola descansa en mi boca, él me sonríe y se queda así unos minutos, mirándome con una sonrisa fija en sus labios.

—Di adiós.

Aprieta el gatillo, pero el sonido vacío y el click sin disparo me hace llorar aún más.

—Y ahora repite conmigo —saca el cargador de la pistola y pone una bala que saca de su bolsillo, la carga y me la pone en la sien—. Querido jefe...

—No me mates...

—Créeme, lo único que quiero es irme de aquí, pero si no me haces caso tu no podrás irte. Repite conmigo —chasquea la lengua—. Querido jefe... —parece que se está divirtiendo.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora