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—Vuelve dentro y cámbiate —dice cuando salgo de mi habitación, no me esperaba en el vestíbulo.

—¿Porque? —No. Tengo que obedecerlo— vale, señor Dagger —sonríe y eso me cabrea.

Nunca he acatado normas, cuanto traté eso con Jacob al final, asumió que no puedo hacerlo, me hizo entender que como mínimo tenía que respetar la ley y no hacer daño a nadie. Sí, así estaba yo...

Me cambio, me pongo un vestido más recatado, apenas sin escote y vuelvo a salir.

—No. Ponte pantalones —cojo aire.

—Sí, señor Dagger —de nuevo sonríe triunfal.

Respiro y me cambio otra vez. Salgo con unos pantalones de traje de mujer y una camisa blanca. Cuando salgo me repasa de arriba a abajo y va a decir algo.

—Kurt, el secretario de Dagmar me ha llamado —me adelanto— sugiere que empecemos la reunión antes.

—¿Y que hay de la reunión con la delegación? —frunce el ceño, odia los cambios de organización no previstos.

Cosas que sacan de quicio a mi jefe: que le mientan o no respondan sus preguntas. Que le desobedezcan. Que le digan que no puede hacer algo y lo imprevisto.

Control. Control. Control y control.

—La he cambiado para esta tarde, antes de la cena con el señor Müller —al recordarlo todo mi cuerpo se alarma.

Me controlo. Saco mi valioso autocontrol, aquel que me ayudó a crear Jacob para que no entre en pánico cada vez que algo me sobrepasa emocionalmente o para que no pierda los estribos.

—La próxima vez consúltame los cambios que vayas ha hacer por tu cuenta —pero mira que es borde...

—¿Tú padre de donde es? —andamos hacia el ascensor.

—No veo que importancia tiene eso —vaya... no tiene un buen día.

—Lo siento, señor Dagger.

Después de un desayuno donde hemos aclarado los cambios que tenemos dispuestos ha hacer con Christa y de los asuntos con la delegación alemana, llegamos al edificio de Christa. Kurt nos recibe y me sonríe ampliamente. Seguro que se alegra de verme viva. Estoy deseando poder hacerle más preguntas y hablarle de lo que me pasó anoche en el hotel y de lo que me espera esta noche. Es mi confidente en Alemania, un buen amigo y el único que sabe la verdad.

En la reunión Kurt me sonríe varias veces. No sé a qué viene. Pero le devuelvo la sonrisa. Esta vez en la reunión hay más gente, Erik preside la mesa y yo estoy al final frente a Kurt tomando anotaciones.

Me llega un mensaje y la pestañita en la parte superior de la pantalla aparece.

Dagmar entrerprise: ¿Quieres que te enseñe Berlín esta noche?

Sonrío ante Kurt y asiento.

—Señores —Erik interrumpe la reunión— ¿Me permiten consultar este último punto con mi ayudante?

Todos asienten y abandonan la sala ante Erik; el medio alemán de hielo.

Me quedo de pie frente a la mesa con mi ordenador. Estamos solos en la sala de reuniones. Se acerca a mi y el pulso se me acelera. Se desata el botón de la americana y se inclina hacia mi ordenador.

—He tomado anotaciones —digo molesta. Pero veo cómo va al centro de notificaciones y abre el mensaje de Kurt.

—¿Qué te pasa con los alemanes? —hace una media sonrisa. Solo media, está cabreado pero esto le ha hecho gracia.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora