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Erik para delante de una casa enorme a las afuera de Nueva York. Es cierto que si quieres intimidad tienes que irte de la gran ciudad y mas si quieres una casa como esta. Un hombre se lleva el coche de Erik tras este darle las llaves.

Erik me mira un segundo y sonríe. Llevo un vestido color burdeos ajustado, de manga larga y corto. Unas medias negras finas y unas botas altas de tacón. Me he recogido el pelo en un moño desordenado y he dejado algunos mechones caer libremente por mi rostro. Soy consciente de que estoy muy sexi... ¿Para que mentir? Erik me ha pegado su presunción.

—Estás preciosa, pequeña.

—Tú estás guapísimo.

Sus ojos azules me devuelven la complicidad y sonrío.

Pasa una mano por detrás de mi espalda y entramos en la gran casa. Ivor nos recibe casi de inmediato.

—Me alegro de que hayas venido —le dice a Erik—. Mia, es fantástico verte de nuevo.

Me da un beso en la mejilla y noto la mano de Erik pasar hasta mi cadera.

Avanzamos por la casa y Erik me presenta a amigos suyos y algunos conocidos. Nadie pregunta sobre nuestra relación, ya la saben y Erik no creo que sea muy dado a dar información a quien no le interesa.

Erik no me suelta en ningún momento y se muestra bastante receloso cuando los hombres me miran y me saludan.

Siempre tan posesivo.

Cuando llegamos al final del salón vemos a Samara y Bruno charlar con otra pareja.

Samara está guapísima, su pelo cobrizo está recogido en una cola de caballo firme y alta. Su vestido dorado deja su espalda al descubierto, si fuera un centímetro mas bajo se le vería el trasero. Bruno lleva un jersey de color azul oscuro. Erik en cambio a optado por una americana y una camisa de color azul claro.

—Erik, Erik... —Samara con su naturalidad acaba por arrastrar a Erik a su lado— ¿Te acuerdas de Ava y Edwin? —Bruno se disculpa por su mujer y me acerca al círculo—, lo siento querida —dice Samara.

—Hace tiempo que no te veíamos por ninguna fiesta —dice la mujer— ¿Dónde está Erika?

—Lo nuestro se acabó hace unos meses —dice Erik sin dar pie a mas preguntas—, ella es Mia.

La mujer un poco sorprendida por el tono frío de Erik me sonríe y vuelve al lado del hombre.

Parece que la conversación ha puesto de mal humor a Erik y empeora cuando el hombre menciona de pasada a Dominik, así que se disculpa por los dos y me lleva hacia una barra improvisada donde sirven algo de bebida.

—Gilipollas —masculla dándole un trago a su whisky.

—Oye, ese es mi insulto.

¡Toma ya! he conseguido arrancarle una sonrisa a mi medio alemán de hielo. Le quito la copa y le doy un trago.

—No te va a gus...

—Está delicioso.

—¿Des de cuando te gusta el whisky? —pregunta con una ceja arqueada.

—Des de que mi padre dijo que el whisky es cosa de hombres.

Erik suelta una carcajada algo mas relajado.

Un hombre se acerca a nosotros y pregunta de nuevo por Erika. Erik se pone de malhumor y vuelve a contestar con frialdad y le deja claro que acaba de perder toda posibilidad de jugar.

—¿Por qué no vamos fuera? —Erik sigue ceñudo y serio.

¡Hemos vuelto a la oficina!

Antes de que podamos irnos una mujer se acerca a Erik directamente y le comenta que ha visto a Dominik entrar con una mujer. Es evidente que no mucha gente sabe lo de Erika y Dominik pero sí que conocen lo inseparables que eran antes.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora