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Antes de poder plantearme seriamente lo que me toca a continuación, Dominik entra en la planta, ya casi no hay nadie, es tarde y yo todavía acabo con la montaña de trabajo que Erik me me ha vuelto a dejar, según él, porque como mañana nos vamos, no puede haber NADA de trabajo pendiente.

—Hola —alzo la mirada, lo odio— siento lo de tu ojo, pero hay que decir que tu tampoco te comportaste como una dama.

—Avisaré al señor Dagger

Me levanto sin dejar que añada nada mas, ni él ni mi impulsividad.

—Señor Dagger, Dominik está aquí.

—Que pase y tu también tienes que quedarte.

Le miro algo nerviosa.

—Erik, Dominik me acosa.

—No creo que lo haga delante de mi.

—Pero yo no quiero aguantarlo.

Por un momento parece que lo entiende, quizás me dice que no hace falta que me quede, pero claro que no. Ya ni siquiera puede tratarme como un ser humano, no le queda compasión.

—He dicho que entres, eres mi secretaria.

Hago pasar a Dominik y durante toda la reunión, no para de mirarme, de ser descarado y poco disimulado, pero hay algo que no entiendo, a pesar de que Erik se esfuerza por hacer que no le importa, no es verdad, cada vez que Dominik hace algo de eso, Erik aprieta los puños bajo la mesa y su mirada se endurece tanto que incluso Dominik sabe que se está pasando.

—Y ahora hablemos de los verdaderos negocios —dice Dominik, después me mira. Me siento intimidada, sucia...

—¿Cómo dices? —Erik no parece estar muy seguro, o no sabe como reaccionar, se como reaccionaría el Erik de antes.

—No sé que te pasa con ella, pero como creo que ya no tenéis ningún acuerdo... podrías dármela.

—No soy un puto objeto —escupo— y jamás estaría contigo, te repito lo de la otra noche, eres asqueroso.

Dominik abre la boca, pero Erik le frena. Me resulta hasta extraño.

—Si le dices algo otra vez a uno de mis trabajadores pienso partirte la cara.

—Y aquí está de nuevo, mi mejor amigo. Tal y como lo recordaba —se ríe a carcajadas—, es maravilloso.

—Mia, puedes irte a casa, te espero mañana en el aeropuerto.

Salgo sin decirle nada, es lo único que quiero, marcharme, alejarme de los dos.
Erik ha vuelto a hacerlo, ha traído a Dominik solo para hacerme daño.
Aaron vuelve a estar abajo, le abrazo con fuerza y lloro del mismo modo. Me deshago por Erik e intento dejarlo todo.

—¿Qué pasa?

Me acaricia mientras lloro. Me separo y me seco las lágrimas.

—Ya está, lo siento.

—No pidas perdón por esto —me sonríe de manera dulce— y tampoco tienes que parar... deberías expresar lo que sientes.

—Ya —miro hacia la puerta, una punzada de dolor vuelve ha hacerse notar.

El mismo hombre con el que compartía unos momentos maravillosos, el mismo que me acariciaba mientras dormía y por el que me había vuelto a enamorar de verdad, ahora solo desea que me hagan daño, que no sea feliz y... que sufra.

Parece exagerado, dramático ¿Pero que necesidad había de que llamara a Dominik? No han hablado de nada importante.

—¿Llevas mucho aquí esperando?

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora