-XIV-

2.5K 298 37
                                    

El cuerpo bajo el mío es pequeño, pero musculoso a la vez, con un fuerte y adictivo aroma en su piel. Sus manos en mi espalda y mis labios en sus clavículas, ambos una sin camisetas en una habitación en la que sólo se podían escuchar nuestros jadeos y gemidos por los roces.

Terminé de bajar su pantalón cuando el lubricante natural hizo acto de aparición, haciendo que más feromonas impregnaran el aire.

El tiempo pasó, poco a poco todo inició a desaparecer. Primero la ropa, segundo todo aquello que no fuéramos nosotros.

Besando sus labios me dediqué a acariciar su cuerpo hasta llevar mi mano a su trasero, sintiendo la humedad entre sus piernas; un gemido escapó de sus labios cuando acerqué mi mano a su entrada, paseando uno de mis dedos por esa zona solo por tantear.

Jugué un poco con esa zona disfrutando de sus jadeos, hasta el momento en que hice un poco de presión, sacándole un gemido alto a ChangBin.

— Tranquilo... Relájate un poquito —me dediqué a dejar besos en su rostro antes de seguir.

Para mí tortura cada segundo que tardé en prepararlo fueron segundos en los que cada vez me excitaba más, mi miembro se erguía y solo podía morder mi labio para acatar energías.

— Hy-hyung, por favor —gimió cuando retiré mis dedos de su interior.

Mientras me acomodaba entre sus piernas no pude evitar dar una mirada a su cuerpo. Antes de empezar a penetrarlo lo miré a los ojos; sentí su mano me mi mejilla, me mostró una media sonrisa y un pequeño asentimiento.

Me moví con cuidado hasta estar completamente en su interior, besando suavemente sus labios en espera a que me diera una señal.

Cuando él movió sus caderas yo inicié a moverme, manteniendo un ritmo lento.

Sus ojos fijos en los míos por nuestras frentes unidas, brillando en ellos un destello azulado que hacía que un sentimiento se plantará en mi pecho.

Nuestra unión con nuestra parte animal es fuerte, podemos cambiar de forma casi a placer. Pero hay algo que solo sucede con aquellas parejas «destinadas» y es el momento en que ambas partes, tanto la animal como la humana están en completa paz, los omegas reflejando un azul y los alfas un rojizo.

Apresuré un poco mis movimientos, recibiendo inmediatamente sus gemidos, gemidos que llevaban mi nombre y eran respondidos por los jadeos que escapaban de mis labios.

De un segundo al otro ChangBin me mostró su cuello, murmurando entre gemidos que le marcara. Acerqué mi rostro a esa zona dejando besos húmedos y lamidas lascivas, pero no una marca.

Tomé su miembro masturbándole al ritmo de mis embestidas hasta que sus paredes apretaron mi miembro. Escuchar sus gemidos en mi oído, sentir sus manos en mi espalda mientras sus dedos se clavan en esta, sentir como mi liberación estaba cada vez más cerca.

Cuando su orgasmo llegó, manchando nuestros abdómenes el mío le siguió, llegando a correrme en su interior, pero antes de que el nudo se iniciará a hincharse.

Jadeante me dejé caer a su lado, abrazándolo. Besé suavemente sus labios, escuchando su risita segundos después.

— Tonto —reí acompañándolo.

— Te has topado con el omega más inexperto que hay en este planeta, estás siendo mi primera vez en todo.

Lo atraje nuevamente a mis brazos dejando muchos besos cortos en todo su rostro antes de pensar en volver a hablar.

— Tenemos mucho que aprender juntos —acaricié la piel de su cintura con suavidad— Tanto de nosotros como del mundo.

— ¿Cuál es tu palabra favorita? —preguntó dejando una de sus manos en mi mejilla.

— En coreano es «Ángel» en inglés... Lovely —respondí mirando sus ojos— ¿Cuál es tu serie de dibujos animados favorita?

— Pokémon. Amaba Pokémon ¿Por qué no me marcaste?

— ¿En verdad querías que lo hiciera?

No. Al menos no una permanente.

— No. Al menos no una permanente, pero pensé que tú sí.

No soy solo yo en esto, ChangBin.

— Estoy marcado —apunté bromeando a mi cuello, donde sabía que estaba la marca que me hizo antes— Puedo hacer una marca temporal, sabes cómo funciona.

— Contaré con tu aroma aunque ya de por sí toda la casa lo tiene.

Su mano abandonó mi mejilla y él se dio la vuelta, ahora dándome la espalda.

No pude evitar dar una mirada desde sus hombros hasta sus muslos. Diablos.

Casi puedo escuchar a Spear colocarte un tercer apodo. 

¿Eh?

Nada, idiota, nada.

Ignorando aquello y volviendo a ChangBin, como él me miraba sobre su hombro solo esperando que hiciera algo. Me acerqué rozando mis labios con la parte trasera de su cuello.

Busqué una de sus manos, entrelazando la propia. Dejé pequeños besos en su cuello, tomando una pequeña respiración antes de morder en la zona en donde quedaría la marca.

Tanto mi cuerpo como el suyo se tensaron, el momento en que nuestros corazones se sincronizaron, el momento en que el lazo se creó.

Un minuto después me separé de él, dando pequeñas lamidas a la marca para limpiar los pequeños hilos de sangre.

— ¿Lee ChangBin? —pregunté contra su oído, entrelazando nuestras piernas.

ChangBin me miró por sobre su hombro una vez más, esta vez recibiendo un pequeño beso de mi parte.

— Me gusta como suena Lee ChangBin —se acurrucó contra mi pecho.

— ¿Cómo te sientes?

— Un código azul prolongado ¿Qué dices de esa idea?

El código azul se usa en su mayoría en miembros de mando en las manadas para alertar que deben estar con sus parejas, ya sea por celo, enfermedad o simple necesidad.

— Me gusta la idea.

WolvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora