-XV-

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Observar a Félix dormir a mi lado de una manera completamente plácida, notando su pecho subir y bajar lentamente con su respiración pasiva. Mi cuello aún dolía ligeramente por la marca reciente, ese hecho me hizo plantearme muchas cosas de mi vida mientras que con uno de mis dedos acariciaba su rostro, paseando por sus mejillas y sus pecas.

Toda mi vida me vi reflejado en un alfa, cierto era que mi estatura es un poco más baja que la de la mayoría, pero yo no entraba en los «parámetros para ser omega»; siempre imaginé un día despertar y ser un alfa, un alfa que llevaría ese territorio a una buena vida.

Pero al presentarme como omega muchas preguntas se resolvieron solas otras no tanto, al conocer a alguien como Chan hyung algunas se revolvieron con sus respuestas, siendo sincero tengo que descubrir cosas aún.

Me levanté con algo de dificultad de la cama con destino de mi baño, cuando me miré al espejo no pude evitar pinchar mi mejilla ¿Es mi imaginación o estoy subiendo de peso?

¿Luego de la tortura de HunMin con la comida que pasaste y que aquí comas bien te atreves a hacer esa pregunta?

No me regañes más.

Siempre lo haré, Bin, lo sabes.

Me dispuse a preparar el desayuno tarareando una canción, para sorpresa de Félix y mía, uno de nuestros platillos para desayunar favoritos es el mismo, lo que le hace algo perfecto para estos momentos.

Luego de tres días en que el celo me demostró su significado en cada letra de la palabra, sabía que toda esta cabaña apestaba a Félix ¡Yo apesto a Félix!

Pero el lado bueno, mi aroma también quedó plasmado en la piel de Félix. Sus bromas al respecto de eso son maravillosas.

— ¿Calor o frío? Y dime por qué —sentí unos brazos rodear mi cintura.

Sí, las preguntas random siguen y para mí es algo bastante tierno.

— Frío, los abracitos cuando hace frío son lo mejor —volteé para dejar un beso en sus labios— ¿A quién le pedirías consejos importantes?

— Omma daba buenos consejos, pero Chris es mi Pepe el grillo ahora —se alejó, seguí con mi trabajo sirviendo mi plato.

Pasaron unos minutos antes que llegara sonriendo y hablándole a una cámara de vídeo.

— Aquí podemos ver al maravilloso Lee ChangBin terminando nuestro desayuno —me enfocó sin dejar de sonreír.

— ¿Qué haces? —reí llevando los platos a la sala de estar.

— Grabar momentos simples de mi vida es una manera de guardar un recuerdo —explicó mirándome mientras se acercaba, haciendo un bailecito— Y esta será tu primera cinta.

— ¿Mientras desayunamos? —busqué la bebida.

Su silencio llamó mi atención, al voltear a verlo me encontré una sonrisa traviesa en sus labios que me hizo dudar de él.

¿Te habrá grabado a escondidas?

Es un niño, debió hacerlo.

— Lo he hecho —admitió sin dejar de sonreír como niño pequeño.

¿Cómo diablos?

Destinados Bin.

Los destinados comparten una conexión que ni siquiera la parte humana de sus participantes pueden entender, una complicidad que marca una diferencia significativa entre estos y una relación normal, una unión que te puede salvar o te puede destruir en segundos.

Lobos que hace cientos de años tuvieron un amor tan puro y fuerte que les ha unido por la infinidad de sus siguientes vidas, buscándose para volver a estar juntos, vivir el amor una y otra vez. Es común que el lado humano cometa errores, confundir los sentimientos, decir o hacer cosas que en verdad no queremos, pero nuestro lado animal es el que sufre por las malas decisiones que tomemos, romper el lazo es doloroso para ellos de una manera tal que prefieren morir antes de seguir sin su pareja.

Solamente un cinco por ciento del reino animal son monógamos, animales que crean un vínculo tan fuerte con su pareja que pueden llegar a morir de amor si el otro les falta. Pingüinos, delfines, lechuzas y lobos entre otros muchos.

Las parejas destinadas pueden que no tengan un final feliz, puede que los humanos rompamos vínculos y lastimemos a nuestros lobos y a nosotros mismos, sin saber lo que en verdad sucede.

Y ahí estaba el chico que sonreía como niño, pero podía comportarse como un adulto. El chico que prefiere tomar leche con chocolate que café, las películas que un recital y que ama los mimos.

Ese chico terminó siendo mi alma gemela y para mí, está más que bien.

— Entonces ChangBin ¿Selcas o fotografías más profesionales? —Félix se sentó a mi lado, iniciando a desayunar.

— Selcas —vi como asintió antes de mirar a la cámara.

— YongBok del futuro, confío en ti y en qué no dejaras que a este hermoso omega le pase nada malo —apuntó a la cámara hablando con seriedad— Y también espero que ya puedas ganarle luchando. Con permiso, a comer —y luego de decirlo cortó la grabación.

Me miró por un segundo antes de extenderme la cámara.

— Puedes ver, hay fragmentos simples de mi vida ahí. Incluso algunas tonterías —me sonrió.

Tomé la cámara terminando mi bocado de comida, fui mirando las miniaturas hasta que encontré una en la que sólo estaba un paisaje.

— Hola, YongBok ¿Por qué estás viendo esto, idiota?

La imagen de un Félix más joven, con un cabello azabache y una voz menos estable, era bastante curioso el verle en esa etapa de su vida.

— Hace dos semanas cumpliste diecisiete años ¿Como es que sigues vivo? —ladeó la cabeza sonriendo— Hoy estoy aquí porque mañana inicia «La guerra de los tiempos» —la cámara fue colocada sobre un pequeño montículo de nieve— Appa y el señor Yun están terminando de reunir tropas. Liv quiere ir, pero no quiero que vaya, es muy peligroso.

Miré entonces a Félix, él miraba la pantallita de la cámara con cierta nostalgia.

— He escuchado sobre la defensa de Seo y tengo miedo, su hijo mayor es tres años menor que yo así que tiene catorce ahora mismo, pero es muy bueno luchando.

Su mirada quedó perdida en el horizonte mientras jugaba con algo entre sus manos.

— Como esto sólo lo veré yo y posiblemente alguien a quien no tenga problema de mostrarle mis pensamientos, lo diré. Hay algo ese chico, Seo ChangBin. Me llama la atención, pero como no quiero que la protección a menores me persiga, me lo guardaré. Pero ignorando eso... Amo este lugar, sonará estúpido y te reirás por ello, pero quisiera que mi pareja también lo conociera, no es un lugar en donde te pares a ver el paisaje, pero si es hermoso, amaneceres y atardeceres que valen la pena guardar. Por ejemplo... Este —la cámara cambio de ángulo mostrando ahora como el sol se escondía.

Pasaron unos minutos solo mostrando el atardecer antes que en silencio se cortará.

— Me había tintado el cabello en esa época —habló Félix frunciendo el ceño.

— ¿Qué está mal? —dejé de lado la cámara.

— Después de esa lucha volví sin mi padre y mi hermana.

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