-IV-

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Luego de una semana se podía decir que yo volví a la normalidad en cuanto a mi brazo, ya podía moverlo con total libertad y sin temer sentir dolor al hacerlo, JiMin noona se encargó de mí hasta el día en que las vendas abandonaron mi brazo, aunque de igual manera se mantenía a mi lado como si fuera mi hermana mayor en verdad.

Chan hyung venía a la cabaña cada dos horas o en sus descansos para hablar conmigo y también conocí al otro beta, Hwang HyunJin, un alfa de veintidós años; es divertido hablar con él y hacer bromas, no es tan amargado como pensé que sería.

Félix por otro lado había quedado conmigo hoy para darme un tour por la cuidad, alegando que debía conocer el lugar; me vestí con uno de los abrigos que me habían entregado y me senté esperando en el salón al alfa, me sentía nervioso por encontrarme esta vez a solas con Félix. Las veces en las que estuve cerca de él normalmente Chan hyung estaba a nuestro lado, o hasta HyunJin y uno de los aprendices de este, YeonJun.

La puerta de la cabaña fue abierta y el refrescante aroma del alfa llenó la sala, cuando volteé en su dirección lo vi luchando por peinar su cabello con una de sus manos.

— Esta semana seguramente nevará —anunció frotando sus manos por unos segundos— ¿Has vivido alguna nevada?

Negué con la cabeza manteniéndome en silencio, mirando mis manos mientras entrelazaba mis dedos en un gesto nervioso.

— Será un placer mostrarte tu primera nevada entonces, vamos —me levanté caminando hasta quedar a su lado, pude ver que llevaba una mochila colgando de su hombro con total naturalidad, siendo esta de una serie infantil animada.

— ¿Dónde iremos primero? —pregunté saliendo por primera vez en todo este tiempo.

Me encontré con muchas cabañas del mismo tamaño que la que he estado rediciendo, algunas con la madera pintada o algún adorno diferenciándolas entre sí; la verdad me esperaba grandes edificios residenciales o de trabajo.

— Te contaré un poco de este lugar y luego decidiremos en qué ayudarás —habló el alfa a mi lado, manteniendo una postura severamente firme— No sé que imagen tenías, pero en esta zona los inviernos hacen que solo quieras vivir en el sol, optamos por mantener las cabañas en busca de una fuente segura de calor.

La verdad me sorprendía ver casas hechas de piedra y madera, pero que su fachada fuera de lo más hermoso que había podido ver, y por hablar de su interior siendo este acogedor y algo tranquilizador; me gustaba a pesar de muchas cosas fuera de mi zona de confort.

Salimos de esa zona paseando entre distintos puestos de venta. Víveres, comida, ropa, electrónicos, mecánicos; no mucho que envidiar de otras manadas.

— Desde hace unos cinco años tenemos un trato con la manada de MinHo —habló Félix quien caminaba con sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo— Ellos tienen el permiso de pesca y caza en una zona de nuestro territorio, y nosotros tenemos una zona de cultivos en el suyo. Ambas manadas se benefician de esto y nos ha ido muy bien.

Y eso lo dijo mirando como unas personas llegaban cargando vegetales que lucían muy frescos. Es claro que los cultivos serían inútiles en este lugar.

Unos lobos de un tamaño normal pasaron corriendo a nuestro lado, intentándose morder entre ellos, pero un claro aire de juego. No era la primera vez que durante este pequeño tour veía lobos por algunos lugares.

Recién a lo que tengo entendido es normal ver a las personas como lobos aquí ya que estos con su pelaje son más tolerantes a las temperaturas, era una de las escusas más utilizadas por los cachorros a la hora de salir a jugar ya que tenían razón en esto.

WolvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora