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Los hermanos crecieron sanamente, aprendiendo juntos el mundo que le rodea, luchaban de vez en cuando por juguetes, dormían sus siestas juntos.

Olivia con un cabello rubio brillante, que contrastaba con sus ojos oscuros, tan iguales a los de ChangBin. Christopher contando con los ojos de su abuelo paterno, un azul que parecía ser el mismo cielo cuando los veías fijamente, contrastando con un azabache cabello al igual que el de ChangBin.

Ahora con casi dos años eran sin duda el mayor orgullo de sus padres y los consentidos de sus tíos.

ChangBin era feliz, tenía a su alfa, tenía a sus cachorros, tenía esos amigos que se sentían como familia, pero había algo que hacía falta.

Llegar a casa y encontrar a Félix durmiendo con los cachorros, uno a cada lado, era lo mejor que podía pedir.

Son las nueve de la noche, los cachorros están tranquilamente dormidos en sus respectivas habitaciones, mientras que sus padres estaban escondidos bajo las mantas.

Sus pieles tocándose, sus labios uniéndose creando aquel chasquido que amaban escuchar en secreto; aquel toque tan íntimo que dejaba en segundo plano toda morbosidad sexual.

Las manos del más joven dejaban caricias en la ancha espalda del pecoso, correspondiendo de manera somnolienta los besos.

— Amor~ —susurró mirando a aquellos ojos castaños, que parecían casi brillar en la oscuridad.

— ¿Sí? —Félix dejó perezosos besos en la mandíbula del menor.

— Quiero ir a ver a ChangHyun.

Félix pareció sorprendido, esperaba cualquier cosa menos aquello. Pero muy en el fondo sabía que aquello solo era cosa de tiempo.

— ¿Necesitas mi presencia? —preguntó causando tranquilidad en el pecho del menor.

— Me gustaría contar contigo, quiero presumirte —bromeó pinchando la nariz de Félix.

— Me gusta que me quieras presumir.

— Te amo —dejó un suave beso en los labios de Félix.

— Te amo.

Era sábado, cayendo el medio día cuando ChangBin pisó nuevamente el terreno de esa manada, ahora con veinticuatro años

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Era sábado, cayendo el medio día cuando ChangBin pisó nuevamente el terreno de esa manada, ahora con veinticuatro años.

Las personas que ya lo conocían de antes se veían ciertamente sorprendidas de verlo ahí, con un cachorro de ojos claros en brazos y siendo seguido por aquel solitario alfa del terreno norte.

El clima que en algún momento de su vida le era lo más normal del mundo ahora lo hacía extrañar la bufanda y su gorrito. El vestirse con una camiseta y pantalones cortos ahora era algo raro ¿Tanto había cambiado?

Los cachorros y Félix tampoco parecían cómodos, ellos nacieron en un clima frío, esto era un horno a cocción lenta.

El viaje al hotel fue un mar de recuerdos para ChangBin, dieciocho años haciendo recuerdos en esa ciudad, la cual claramente había cambiado, locales había sido remplazados y cosas añadidas. Tan familiar y tan nuevo.

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