Capítulo 24

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Mellizos.

Artemis Green

¿Entonces? — pregunto nuevamente observando, a Léonard el chico solo suspira y pone los ojos en blanco — ¡Hombre! esto lleva tiempo  tranquilo viejo, no te desesperes estarán seguros aquí — dice lo mismo nuevamente.
— Déjame hacer mi trabajo, haste un rico cóctel y relájate —  dice mientras sigue tecleando cosas en la computadora.

— Artemis, déjalo vamos a entrenar — su voz me logra relajar, sus pequeñas manos tocan las mías la suavidad llega al instante, veo como sobre los anteojos el chico observa nuestras manos entrelazadas — Bien — ambos salimos de aquella habitación dejando al chico hacer su trabajo. — Debes dejar de abrumarlo, lo estas desesperando —  dice ella aún tomando mi mano, mi corazón late con rapidez «¿Que demonios?» suelto su mano con rapidez ella me observa con rareza.

— Ve hacer algo, yo tengo asuntos — sus ojos se abren con sorpresa ante mi repentino cambios de humor,  mis ojos solo observan aquellas ventanas azuladas como se extrañan, ella solo asiente y da la media vuelta.

Los recuerdos golpean mi cabeza acelerando mi corazón nuevamente.

¿Alguna vez te haz enamorado Artemis? — pregunta mamá llegando a su despacho, yo pienso un minuto mi respuesta recordando las chicas con las que llegué a salir incluso con la chica que perdí mi virginidad, un suspiro sale de mi boca — No — digo seguro ella suelta una risa delicada.

— El amor es algo dañino pero genuinamente genial — la observo como rebusca en algún cajón del despacho veo como sonríe como si recordará algo en especial.

— Siempre abra algo que te detendrá, ese algo que te hará desconfiar te hará querer ocultar tus sentimientos en lo más profundo de tu ser pero ¿Sabes? Siempre estará  esa persona que se meterá en tu cabeza, que será tan desesperante que pensaras que la odias, pero Artemis no cometas el error de no sentir el error de alejar, siempre está alguien que te saque de aquel oscuro agujero lleno de mierda y miseria siempre la hay, la que se queda a pesar de tu oscuridad, de tus penas, tristezas y maldad...

Mis ojos se cierran con fuerza, no puedo simplemente no me lo puedo permitir — No puedo amar a alguien madre, no tengo derecho — digo sintiendo el nudo en mi garganta recordando sus ojos azules, su piel, su sabor y hasta su maldito olor. 

Camino directamente a la salida aire fresco es lo que necesito, mis pies tocan las piedras el olor fresco inunda mis fosas nasales. — Sabes, escondiendo tus sentimientos no servirá de nada — doy un brinco en mi lugar gracias al buen susto que me metió Elizabeth, ella ríe dándose cuenta sus ojos de diferentes tonalidades me hacen mirarla — Ambos se miran tan intenso, tu mirada dice que estas dispuesto a matar por ella, la de ella dice que sin duda alguna ella moriría por ti —  lo miro confundida, la exageración es una cualidad de Elizabeth y Alexander pero su rostro me dice que no está exagerando.

— Solo exageras pequeña — digo mirando el cielo, ella ríe y se pone a mi lado mirando el cielo también — Desde que tú familia murió, te quitaste la oportunidad de amar a excepción de... Ella — mis puños se cierran y mi quijada se aprieta.
— Detestas que hablamos de ello, pero Artemis, Nathalie no es igual ella de verdad está dispuesta a pelear — susurra aquello hasta el último, tocando mi brazo con delicadeza para después simplemente marcharse.

Una alarma me saca de mi zona, mirando hacia dentro veo como cortinas de metal caen, cerrando puertas, ventanas y todo cubriendo la casa por completo corro hacia la puerta — ¡NATHALIE! ¡YULI!  ¡ALEXANDER! ¡LÉONARD! — mis puños empiezan a golpear el metal, mis nudillos empiezan a doler.

Descendencia Green (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora