Carla.
Entro en clase cansada después de una noche sin dormir. Con los apuntes de filosofía en la mano, mi cara de muerta y mis ganas de morirme habituales, me siento en mi sitio, saco el libro de matemáticas y me dispongo a dormirme durante toda la clase. El día transcurre normal, como otro cualquiera. Todo estaba como siempre, ¿qué pensaba? ¿qué todo cambiaría después de una semana de vacaciones? yo y mi sensatez. Todo estaba exactamente igual en este instituto de mierda.
Toca la sirena del recreo y salgo en busca de mi mejor amiga, bajo las escaleras y lo primero que veo es a un chico de pie en la entrada.
Está de espaldas, lleva una mochila negra colgando de un hombro, una sudadera roja y unos pantalones de chándal negros. Estoy tan aburrida de ver siempre las mismas caras todos los días en este sitio, que siempre que hay caras nuevas lo noto.
Y es entonces cuando este susodicho se da la vuelta y le veo la cara. Joder.
Tenía el pelo negro y despeinado, como si se acabara de levantar, era alto y tenía la piel bronceada...y como no, ni me miró.
- Madre mía, yo le daba.- dice de repente una voz a mi lado.
(Ya lo sé, yo también).
- Hola Míriam.- la saludo poniendo los ojos en blanco.
Ahí estaba, mi mejor amiga. La conocía desde hace unos tres años y había sido uno de mis grandes apoyos, la quería demasiado, aunque siempre predominaban mis instintos por asesinarla.
- Sabes que es verdad.-
- Vamos anda, que quiero salir de este infierno por lo menos esta media hora.- pido ignorando su comentario acerca del nuevo y dirigiéndome hacia la salida.Ya fuera nos sentamos donde siempre.
- ¿Qué tal hoy?.- me pregunta de repente.
- Bien supongo ¿y tú?.-
- La presentación me ha salido de pena, pero lo superaré.-Suspiro y me pongo los auriculares. No me apetecía hablar, aunque eso no era nada raro en mi.
Cuando volvemos a entrar ya no está. No creía que lo volvería a ver hasta que subo las escaleras y lo veo apoyado en la pared en frente de una clase.
No entiendo por qué estaba tan interesada si lo había visto una puñetera vez. Usualmente estas cosas no me pasaban, y cuando digo que no me pasaban, es que no me pasaban, no soy la típica chica cliché que dice que no le pasaban y luego estaba rodeada de tíos; yo siempre decía que había adquirido un instinto "anticaras bonitas", ya era inmune a ellas. Porque todos buscaban lo mismo, y estaba cansada de todo eso, ya no podría entrar de nuevo en ese juego.
Sin embargo, de repente venía este tío al que había visto una vez y dos minutos y hacía que me pusiese nerviosa con solo mirarlo. ¿Tiene sentido? ninguno. Cuanto más lo pienso, menos sentido tiene.
- ¡Carla!.-
Siento como una mano me golpea en el brazo mientras me saca de mi trance. Miro hacia mi derecha y ahí esta, Celia.
- ¿Qué pasa?.- le contesto con mi cara de pocos amigos.
- Tan simpática como siempre, ¿qué? ¿te ha gustado el nuevo?.-Ya empezamos. Tenía la gran suerte de tener amigas que me querían emparejar con todo aquel al que mirase.
- No, sólo estaba mirando como Carmen y las otras están marcando el terreno.-
Tal y como había dicho, estaban tres chicas pegadas a él, eran las típicas simpáticas que solo se juntaban con la gente que consideraban merecedora de su atención, ¿para mí? insoportables.
- Ya seguro que es eso.-
Pongo los ojos en blanco y me dirijo a mi clase.
Para llegar a ella tenía que pasar por dónde estaba el, y así lo hice. Intenté mantener mi mirada al frente, pero la verdad es que me resultó bastante complicado, así que me deje llevar por la curiosidad y lo miré por un segundo y dio la casualidad de que él también me estaba mirando.Tenía los ojos azules, justo lo que le faltaba para ser el típico tío que tendría a todas detrás, y sin duda alguna yo no sería una de ellas. O eso creía.
Y que tan equivocada estaba.
Me miró un segundo, dos, tres... y desvió la mirada. Y eso bastó para que como decía Míriam, se me cayeran las bragas.
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Maldito desastre
Teen FictionRealmente me esperaba que alguien me sacara de la burbuja en la que vivo alguna vez. Una burbuja que yo sola he creado después de que me hicieran daño. Tenía la ligera esperanza (aunque muy en el fondo) de que llegara alguien nuevo a mi vida que lo...