Capítulo 1

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Carla.

Entro en clase cansada después de una noche sin dormir. Con los apuntes de filosofía en la mano, mi cara de muerta y mis ganas de morirme habituales, me siento en mi sitio, saco el libro de matemáticas y me dispongo a dormirme durante toda la clase. El día transcurre normal, como otro cualquiera. Todo estaba como siempre, ¿qué pensaba? ¿qué todo cambiaría después de una semana de vacaciones? yo y mi sensatez. Todo estaba exactamente igual en este instituto de mierda.

Toca la sirena del recreo y salgo en busca de mi mejor amiga, bajo las escaleras y lo primero que veo es a un chico de pie en la entrada.

Está de espaldas, lleva una mochila negra colgando de un hombro, una sudadera roja y unos pantalones de chándal negros. Estoy tan aburrida de ver siempre las mismas caras todos los días en este sitio, que siempre que hay caras nuevas lo noto.

Y es entonces cuando este susodicho se da la vuelta y le veo la cara. Joder.

Tenía el pelo negro y despeinado, como si se acabara de levantar, era alto y tenía la piel bronceada...y como no, ni me miró.

- Madre mía, yo le daba.- dice de repente una voz a mi lado.

(Ya lo sé, yo también).

- Hola Míriam.- la saludo poniendo los ojos en blanco.

Ahí estaba, mi mejor amiga. La conocía desde hace unos tres años y había sido uno de mis grandes apoyos, la quería demasiado, aunque siempre predominaban mis instintos por asesinarla.

- Sabes que es verdad.-
- Vamos anda, que quiero salir de este infierno por lo menos esta media hora.- pido ignorando su comentario acerca del nuevo y dirigiéndome hacia la salida.

Ya fuera nos sentamos donde siempre.

- ¿Qué tal hoy?.- me pregunta de repente.
- Bien supongo ¿y tú?.-
- La presentación me ha salido de pena, pero lo superaré.-

Suspiro y me pongo los auriculares. No me apetecía hablar, aunque eso no era nada raro en mi.

Cuando volvemos a entrar ya no está. No creía que lo volvería a ver hasta que subo las escaleras y lo veo apoyado en la pared en frente de una clase.

No entiendo por qué estaba tan interesada si lo había visto una puñetera vez. Usualmente estas cosas no me pasaban, y cuando digo que no me pasaban, es que no me pasaban, no soy la típica chica cliché que dice que no le pasaban y luego estaba rodeada de tíos; yo siempre decía que había adquirido un instinto "anticaras bonitas", ya era inmune a ellas. Porque todos buscaban lo mismo, y estaba cansada de todo eso, ya no podría entrar de nuevo en ese juego.

Sin embargo, de repente venía este tío al que había visto una vez y dos minutos y hacía que me pusiese nerviosa con solo mirarlo. ¿Tiene sentido? ninguno. Cuanto más lo pienso, menos sentido tiene.

- ¡Carla!.-

Siento como una mano me golpea en el brazo mientras me saca de mi trance. Miro hacia mi derecha y ahí esta, Celia.

- ¿Qué pasa?.- le contesto con mi cara de pocos amigos.
- Tan simpática como siempre, ¿qué? ¿te ha gustado el nuevo?.-

Ya empezamos. Tenía la gran suerte de tener amigas que me querían emparejar con todo aquel al que mirase.

- No, sólo estaba mirando como Carmen y las otras están marcando el terreno.-

Tal y como había dicho, estaban tres chicas pegadas a él, eran las típicas simpáticas que solo se juntaban con la gente que consideraban merecedora de su atención, ¿para mí? insoportables.

- Ya seguro que es eso.-

Pongo los ojos en blanco y me dirijo a mi clase.
Para llegar a ella tenía que pasar por dónde estaba el, y así lo hice. Intenté mantener mi mirada al frente, pero la verdad es que me resultó bastante complicado, así que me deje llevar por la curiosidad y lo miré por un segundo y dio la casualidad de que él también me estaba mirando.

Tenía los ojos azules, justo lo que le faltaba para ser el típico tío que tendría a todas detrás, y sin duda alguna yo no sería una de ellas. O eso creía.

Y que tan equivocada estaba.

Me miró un segundo, dos, tres... y desvió la mirada. Y eso bastó para que como decía Míriam, se me cayeran las bragas.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora