Capítulo 26

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Carlos.

-¡Eh! ¿Qué está pasando aquí?- dice el profesor entrando por la puerta y viendo cómo Marcos me sujeta con fuerza.

Si hubiera estado en otra situación, me habría descojonado por la cara que se le puso, pero tenía demasiadas cosas en la mente cómo para que me importase algo en en ese momento.

- ¿Qué ha pasado?-

Su mirada pasa de la cara de Jason, a mi, o más bien a mis nudillos, los cuáles estaban sangrando y ni me había dado cuenta.

- ¿Estáis sordos? ¿Qué ha pasado aquí?- repite.

Nadie habla, el silencio es bastante tenso, y yo solo fulminaba con la mirada a Jason, y este tenía una ligera sonrisa en la cara.
Las ganas de romperle la cara seguían ahí, eso seguro.

- Muy bien..., vosotros dos al despacho, ya.- añade mientras nos agarra del brazo a cada uno.


- ¿Otra vez aquí Rodríguez?- Me pregunta el director mirándome.- ¿Qué ha pasado?- esta vez dirigiéndose hacia Jason.
-Nada...supongo que me lo merecía.-

Mi cabeza se gira automáticamente hacía él.
No entendía absolutamente nada, le había dado un puñetazo en la cara, me había sonreído y ¿ahora intentaba salvarme el culo?.

- No te he preguntado si te lo merecías o no, te he preguntado que ha pasado esta vez, por que al parecer se está convirtiendo en rutina esto de teneros aquí.-
- He dicho algo que no debería, haz lo que tengas que hacer ¿podemos irnos ya?.-

Intentaba que no se me notase la enorme confusión que tenía en ese momento, ¿qué cojones quería de mi?.

- Véte para clase Jason, a la próxima, por más mínima que sea, te llevas otra expulsión y esta vez de dos semanas, además de suspender tu participación en el partido del viernes que viene.-

Y dicho esto se va sin decir nada.
Nada más cerrar la puerta me mira fijamente.

- No quiero tener que expulsarte en tu segunda semana de instituto Carlos.-
- Pues no lo haga.-

Suelta una carcajada.

- Deja de hacerte el graciosillo, te voy a poner una amonestación, ya tienes dos, a la tercera te llevas la expulsión, tira a que te miren la mano.- me hace una seña con la cabeza para que me vaya y obedezco.

Hasta que tocó la sirena para irnos estuve intentado inventarme una excusa para que Carla no fuese a ese lugar. Rezaba por que no se lo hubiera dicho ya Jason.
Había retado a Diego, y este quería hacerme lo que siempre hacía cuando lo cuestionabas.
Darme una lección.
Lo que no sabía era que tenía que ver ella en todo esto.

Bajando las escaleras para salir, Jason aparece de nuevo a mi lado.

- Más te vale alejarte de mi por que supongo que no querrás que te arranque la puta cabeza aquí mismo.-

Oigo como se ríe.

- Deberías controlar tu genio Carlitos, ¿no querrás que Diego se enfade verdad? Por que ya sabes como se pone cuando le dicen que no...-
- ¿Qué coño quieres?.-
- Tráela, a ella y a tu hermano, o tendré que hacerlo yo mismo.-

Aprieto los puños para contenerme.

- Ni te le acerques.-
- Eso depende de ti.-

No tenía ni idea de que iba ha hacer, pero llevarla a ella era algo que no tenía ni en mente.


La esperé en dónde siempre, cuando la divisé viniendo hacia mí intenté ignorar como mi corazón se aceleraba.
El ser impulsivo era algo que tenía que cambiar de mi mismo, siempre hacía cosas de las que luego me arrepentía, y ese fue el caso; mientras me alejaba de ella después de que me dijese que se iba a comer con su amiga, mi instinto protector se puso en alerta, y me paré en seco.
Me di la vuelta y vi como ella y esa tal Celia se iban dándome la espalda.

¿Qué hice?
No se me ocurrió otra genial idea que seguirla.
Además de volverme un paranoico, me había vuelto un acosador.
No podía arriesgarme a que Jason se le acercara a hacerle algo, ni él ni Diego. Nunca quise meterla en esto, y ahora por mi culpa estaba en peligro y si podía hacer algo para evitarlo lo haría, por mucho que me ganara su odio.
Joder.
Esto se me había ido de las manos.

Me esperaba esta reacción por su parte, y más sabiendo cómo la saqué de la mesa en la que estaba sentada comiéndose una hamburguesa más grande que su cabeza.
Tampoco podía haberlo hecho de otra manera, no podía ni quería explicarle nada que tuviese que ver con mi pasado.
Se que podía sonar ridículo, nunca me había importado que nadie supiera lo que había sido, pero con ella era diferente, necesitaba que se mantuviera a salvo.
Lo que no planeé en absoluto fue acostarme con ella.

Acababa de levantarme de la siesta, envié un mensaje para que viniera a mi habitación y como siempre la manera que tenía de desafiarme pudo más conmigo y acabé yendo a por ella.
Nada más entrar por la puerta pegó un grito que me hizo sonreír, era de lo más imprevisible, no sabía lo que me había hecho de la noche a la mañana, no sabía como podía atraerme tanto ni por que tenía ganas de protegerla constantemente como si fuera algo mío.

Otro impulso más hizo que la agarrara y la pegara a mi, esa misma mañana la había besado con desesperación, y aún así echaba de menos su cercanía, su tacto, su aroma, sentir esa respiración agitada al igual que la mía, quería más de ella.

No puedo negar que esperaba que fuera virgen, no es que me llevase una decepción, todo lo contrario. Creo que nunca he disfrutado tanto con una chica en la cama, todas las veces estaba con alguien era por el simple hecho de distraerme y no esperaba absolutamente nada.
Esta vez fue diferente, creí que lo había hecho por distracción , pero cuando me desperté a las 5 de la mañana y la vi dormida en la otra punta de la cama, y con el pijama puesto sentí que había sido un error, sentí como si no le hubiera importado absolutamente nada.

Nada más separarme de ella me había quedado dormido, estaba tan cansado que no me dio tiempo ni a mirarla una sola vez.
Estuve como media hora mirándola y pensando en cómo había llegado a esto, y que lo mejor era que mantuviera la distancia como bien me había dicho ella.
Sabía que lo que iba ha hacer era de un auténtico capullo, pero no podía ser de otra forma, al fin y al cabo en el fondo siempre lo había sido.

- Voy a salir antes- digo entrando en la cocina donde está mi padre.
- ¿Por qué? ¿No vas a esperar a Carla?
- No, tengo que llegar antes.-

Abro el frigorífico para coger el bote de zumo con la mirada de mi padre fijada en mí.

- ¿Qué pasa?-
- Ten mucho cuidado Carlos, te conozco, y no te olvides que yo también tuve tu edad.-

Pongo los ojos en blanco.

- Ya te he dicho que tengo que llegar antes, eso es todo.-

Y salgo de la cocina con el vaso de zumo en la mano.
Mi padre siempre había sido el único que podía leerme.
Sabía exactamente lo que pasaba incluso antes de que pasase, era frustrante.
Lo único que nunca había podido imaginarse era mi fantástica experiencia con el grupo de Diego, y yo me había encargado de ello muy cuidadosamente.

Conocía a mi padre y tuve que currarme mucho las mentiras para que no sospechara nada.
Y ahora, que había estado un tiempo alejado de todo ese ambiente había descubierto que nada de eso valía la pena, era algo que quería olvidar, pero al parecer eso no estaba en los planes del imbécil de Diego.

A parte de meter al pesado de Cole, había involucrado a Carla, y no podía quedarme sin hacer nada.
Me mantendría alejado de ella, pero eso no quiere decir que no haría lo que estuviese en mi mano para sacarla de mi mundo.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora