Capítulo 24

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Carlos.

No había podido contenerme, mi cuerpo lo pedía, mi mente lo pedía, era algo que necesitaba.
Por eso cuando se intentó separar de mí se lo impedí. Quería tenerla cerca, quería sentirla, y en el momento en el que mis labios tocaron los suyos sentí que estaba perdido.
Comprendí que desde que la había besado por primera vez yo ya no controlaba lo que sentía, ya no era yo.Desde que la había conocido todo había cambiado, mis pensamientos solo estaban relacionados con ella, con conocerla mejor, entenderla y meterme en su vida.

Me gustaba, me gustaba mucho y no sabía que hacer. No sabía como manejar la situación ni que decirle.
Cuando el bendito teléfono había sonado tuve ganas de tirarlo desde donde estábamos, probablemente no sobreviviría, pero no me importaba.

- Me han dado plaza en Barcelona, he hablado con tu madre y hemos acordado que volveremos.- había dicho la voz de mi padre al otro lado del móvil.- Puedes quedarte si quieres, de todas formas ibas a mudarte.-
- Hablamos cuando llegue.- Le dije antes de colgar.

No se exactamente como explicar lo que sentí, pero no fue nada bueno.
Una decepción enorme me inundó y más al contárselo a ella y ver como su expresión se volvía fría. Ninguno de los dos sabía que hacer o decir, un silencio más que incómodo se adueño del ambiente.

Se baja de dónde la había sentado y hace un ademán de querer pasar por mi lado, pero la retengo.

-¿Estás bien?-
- Si, deberíamos irnos ya.- Intenta soltarse, pero no la dejo.
- No se que esperas que te diga Carlos, en ningún momento hemos dicho que tuviéramos nada.-

La rabia se hace paso en mi y no se muy bien por qué.

- ¿Y ya está?.- le digo intentando no parecer tan duro.
- Tu mismo me dijiste que no significaba nada, nos lo hemos pasado bien un rato, así de simple.-
- ¿Me vas a decir que no sientes lo mismo que yo?- le espeto cada vez más cabreado con ella.
- ¿Y que sientes tú exactamente?-

La suelto de golpe y empiezo a caminar de un lado a otro pasándome la mano por el pelo, el mismo pelo en el que habían estado sus manos hasta hace un momento y que ya echaba de menos.
No se si estaba preparado para decirlo.

- Lo que yo decía, esto ha pasado igual de rápido para mi que para ti Carlos, no pasa nada... ahora deberíamos irnos aún podemos llegar a la tercera hora.-  pasa por mi lado para coger la mochila que había tirado en el suelo.
- Gracias por traerme-añade y va directa hacía la puerta.
- Carla espera, todavía no hemos terminado de hablar.-
- No hay nada que hablar, te vas, sigues con tu vida y yo con con la mía, todos felices.-
- No es así de fácil, no para mi.-

Veo como me mira con resignación, pero a la vez sonríe.

- No importa lo que sea para ti o para mi, el caso es que te vas, y no hay nada que hacer.-
- Puedo quedarme.-

Pasa a mirarme sorprendida y sus ojos me dicen algo que no sé muy bien como interpretar.

- Puedo quedarme si es lo que quieres.-
-¿Y tú? ¿quieres quedarte?-

Tengo que reconocer que su pregunta me pilla desprevenido. ¿quería quedarme?, no lo sé. No sabía a ciencia cierta si lo que sentía hacía ella era lo suficientemente fuerte como para dejar la vida que llevaba planeada desde que tengo uso de razón. No sabía lo que me esperaba si me quedaba por ella...

Viendo que no respondo, sonríe otra vez.

- Vamos anda.-
- ¿Por qué huyes siempre? ¿qué es lo que te da tanto miedo?- le pregunto viendo como me da la espalda de nuevo.

Siempre que tocábamos ciertos temas los esquivaba, veía como se ponía tensa, veía como empezaba a mirar a todos sitios menos a mí, y yo quería saber el por qué. No tenía ni idea de su vida, no tenía ni idea de lo que sentía, no tenía ni idea de nada relacionado con ella. Era desesperante, un momento parecía que la tenía y al otro ya no.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora