Capítulo 39

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Carla.

Nada ha salido como me esperaba.
Nada de nada. Estoy tan en shock que llevo tirada en la cama mirando al techo lo que creo que son horas. Ya hasta es de noche.

Noto como me ruge el estómago del hambre, literalmente no he salido desde que he hablado con Carlos. No sé qué pensar de todo esto, si antes ya estaba confusa y decepcionada, ahora no sé cómo me siento y eso que no sé toda la información que me gustaría. He decidido irme en la mitad de la conversación porque al contrario de lo que le he demostrado, por dentro tenía un revoltijo de sentimientos.
Ganas de llorar de la frustración, ganas de abrazarlo porque lo he echado mucho de menos y ganas de matarlo por seguir estando tan guapo como siempre.

Obviamente no voy a dejarlo así, todavía necesito preguntarle muchas cosas más, además que tenemos que sacarle a él y a Dani algo sobre Diego.

Para tranquilizarme decido contestarle por fin los mensajes a Míriam.

- Ya lo he visto, hemos hablado.-

Tarda dos segundos en contestar.

- Voy a bajar a cenar, te veo abajo y será mejor que vengas si no quieres que te saque a rastras de tu habitación.-

Suelto una carcajada y oigo como la puerta de la habitación de al lado se abre y se cierra.
No pensaba negarme a cenar, tengo muchísima hambre, y creo que hablar con ella sobre el tema hará que me relaje.
Mientras bajo, el ascensor se para en un piso y cuando las puertas se abren desearía que me tragara la tierra aquí mismo. Bendita casualidad.

- Vaya vaya, pero si es la camarera con mala leche.- dice el mismo que me ha tirado la caña en el restaurante.- ¿cómo es que dejan hospedarse aquí a los empleados?.- esta vez gira la cabeza y se dirige a los cinco chicos que lo acompañan.

Entre ellos (como no) está Carlos, a quien se le nota bastante nervioso.
Tranquilo, no voy a ser yo la que cuente lo que hubo entre nosotros.

- Bueno alomejor solo estaba llevando comida a alguna de las habitaciones.- le contesta otro.
- Mmm... pues ahora si que me han entrado ganas de pedir comida a la habitación.-

Están hablando como si yo no estuviera aquí delante.

Pongo los ojos en blanco e intento controlar la situación a pesar de querer morirme por dentro. Hay una parte dentro de mi en la que aún está la antigua Carla, escondida, como si tuviese miedo de salir por si le hacen daño nuevamente. De vez en cuando esa yo tímida y cerrada intenta salir a la luz otra vez, y ahora mismo es una situación de esas. De esas en las que si fuera como era antes, simplemente me encogería de hombros e intentaría pasar desapercibida lo más posible pegándome a la esquina del ascensor. Pero como ya he dicho, esa yo sigue escondida y por más que intente salir, no lo va a hacer.

- ¿Vais a entrar ya o qué?.- pregunto cortante y borde.

El chulo del grupito sonríe y pasa dejando así que los demás entren también al ascensor. Me muevo incómoda para ponerme delante de ellos, justo en frente de las puertas.
Noto como se mueven detrás mía y espero por el bien de ese imbécil que ni se le ocurra tocarme o decir ninguna burrada. De repente oigo un movimiento brusco detrás y me giro.

La escena es la siguiente; Carlos le está cogiendo de la sudadera al de antes y lo mueve de tal manera que él queda justamente detrás mía y no su amigo. Me mira durante unos segundos serio y vuelve a mirar al frente.
Yo hago lo mismo y espero con muchas ganas llegar ya a nuestro piso.

Por lo que veo eso de comportarse como el caballero de brillante armadura no se le ha pasado. Me pregunto durante unos instantes si a su novia la defenderá y la tratara tan bien como me trataba a mi.

Maldito desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora